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Conocimiento > Luz divina en nosotros

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RESUMEN:
El hombre a pesar de tener la luz divina, ésta no le alcanza con tal intensidad como para poder conocer sólo por medio de ella la realidad, es decir sin recurrir a las imágenes. Se me ocurre la siguiente comparación: las inteligencias más poderosas captan en un sólo golpe de vista toda una situación compleja con su interrelación de causas, como si vieran con perspectiva suficiente todo el marco del problema. En el conocimiento práctico ocurre algo parecido, que no puede el hombre amar el fin último naturalmente sino es fragmentariamente, como por partes.



TEXTUAL:
EL ALMA SEPARADA, ¿PUEDE O NO PUEDE CONOCER ALGO?

Solución. HAY QUE DECIR: Esta cuestión entraña cierta dificultad, porque el alma, mientras está unida al cuerpo, no puede conocer nada si no es recurriendo a las imágenes, como lo confirma la experiencia.



(...)EL ALMA TIENE UN DIFERENTE MODO DE SER CUANDO ESTÁ UNIDA AL CUERPO Y CUANDO ESTÁ SEPARADA DE ÉL. CONSERVA, SIN EMBARGO, LA MISMA NATURALEZA. No es que la unión con el cuerpo sea para ella algo accidental, pues se realiza por exigencia de su misma naturaleza. Tampoco cambia la naturaleza de un cuerpo ligero cuando pasa de un lugar apropiado que por naturaleza le corresponde a otro que no es el suyo propio, sino ajeno a su naturaleza. Así, pues, conforme a su modo de ser, cuando está unida al cuerpo, al alma le corresponde un modo de entender que consiste en referirse a las imágenes de los cuerpos que se encuentran en los órganos corpóreos. En cambio, separada del cuerpo, le compete un modo de entender semejante al de las demás sustancias separadas, consistente en una conversión hacia lo inteligible. POR LO TANTO, EL MODO DE ENTENDER VOLVIÉNDOSE A LAS IMÁGENES ES NATURAL AL ALMA, COMO LO ES SU UNIÓN AL CUERPO. EN CAMBIO, ESTAR SEPARADA DE ÉL Y ENTENDER SIN RECURRIR A LAS IMÁGENES ES ALGO QUE ESTÁ FUERA DE SU NATURALEZA. POR ESO SE UNE AL CUERPO: PARA EXISTIR Y OBRAR CONFORME A SU NATURALEZA.



Pero esto plantea una nueva duda: Como la naturaleza se ordena siempre a lo mejor y es más perfecto conocer volviéndose directamente a lo inteligible que recurriendo a las imágenes, la naturaleza del alma debió de ser formada de tal forma por Dios, que la manera más perfecta de conocer le fuese connatural, sin que para ello necesitara unirse al cuerpo [por lo que parece que no es lo mejor para el hombre conocer por medio de las imágenes].



Así, pues, hay que tener presente que, aun cuando el entender refiriéndose a lo superior, en cuanto tal, es más digno que el hacerlo recurriendo a las imágenes, sin embargo, dada la capacidad del alma, tal manera de conocer era más imperfecta. Se demuestra de la siguiente manera: EN TODAS LAS SUSTANCIAS INTELECTUALES, LA FACULTAD COGNOSCITIVA PROVIENE DE UN INFLUJO DE LA LUZ DIVINA. En su primer principio es una y simple. Pero cuanto más van alejándose de él las criaturas intelectuales, tanto más se divide y diluye aquella luz, como ocurre con las líneas que parten del centro. De aquí que Dios entienda todas las cosas por su sola esencia, y que las sustancias intelectuales superiores, aunque conozcan por medio de diversas formas, sin embargo se sirvan de pocas, las más universales y eficaces para la comprehensión de las cosas, debido al poder de la energía intelectiva que en ellas reside. En cambio, las sustancias inferiores necesitan muchas más formas, menos universales y menos eficaces para penetrar la realidad, debido a que carecen del poder intelectual de las superiores. SI LAS SUSTANCIAS INFERIORES POSEYERAN LAS FORMAS TAN UNIVERSALES COMO LAS SUPERIORES, NO POSEYENDO LA VIRTUALIDAD DE INTELECCIÓN DE AQUÉLLAS, NO OBTENDRÍAN POR ELLAS UN CONOCIMIENTO PERFECTO DE LAS COSAS, SINO UNO GENÉRICO Y CONFUSO. Esto se comprueba también, en parte, entre los hombres, pues los menos capacitados intelectualmente no adquieren un conocimiento perfecto mediante conceptos universales de los más inteligentes, a no ser que se les explique cada cosa en particular. Pues bien: Es evidente que, en el orden natural, las almas humanas son las ínfimas entre las sustancias espirituales. La perfección del universo exigía que hubiera grados diversos en las cosas. Así pues, si Dios hubiera dotado a las almas humanas de la intelección propia de las sustancias separadas, su conocimiento no sería perfecto, sino general y confuso. Para que pudieran conocer con propiedad y perfección las cosas, han sido ordenadas naturalmente a unirse a los cuerpos, para que puedan tener un conocimiento adecuado de lo sensible. Algo parecido a lo que sucede con los hombres torpes, que no pueden llegar a la ciencia si no es por medio de ejemplos sensibles.



Por lo tanto, resulta claro que el estar unida con el cuerpo y entender por medio de imágenes es mejor para el alma. Si bien puede existir separada y tener otro modo distinto de conocer.



Respuesta a las objeciones: 3. A LA TERCERA HAY QUE DECIR: El alma separada no entiende por medio de especies innatas, ni por las que abstrae entonces, ni únicamente por las que haya conservado, como pretende tal objeción; sino por medio de las especies recibidas en virtud del influjo de la luz divina, de las que el alma participa como las demás sustancias separadas, aunque en menor grado. Por eso inmediatamente que cesa su relación con el cuerpo se relaciona con las realidades superiores. Sin embargo, no por eso su conocimiento no es natural, porque Dios es autor no sólo del influjo de la luz de la gracia, sino también de la luz natural.



COMENTARIO:
Se me ocurre la siguiente comparación: las inteligencias más poderosas captan en un sólo golpe de vista toda una situación compleja con su interrelación de causas, como si vieran con perspectiva suficiente todo el marco del problema. En cambio las inteligencias más débiles tienen que ir como por partes dentro de ese marco, y conocer en sucesivos golpes de vista, porque no tienen la suficiente perespectiva ni penetración con que conocen las inteligencias más poderosas. Un poco como sucede en las matemáticas, por ejemplo en las integrales, en las que sólo los genios captan con un solo acto de la inteligencia la solución. En cambio las mentes más modestas tienen que desentañar la solución por partes. Las imágenes juegan este papel de partes dentro del conjunto de lo conocido. O si se quiere otra metáfora puede ilustrarlo también: una gran inteligencia sería como la de aquella persona que tuviera tal capacidad visual como para captar en una sola mirada todos los detalles del paisaje que tiene delante; la persona modesta, en cambio, debería ir por partes viendo los detalles en cada trozo del paisaje. La luz divina en el hombre es un pálido reflejo de la especie inteligible que va a ser conocida y que nos facilita la comprensión en cuanto captamos los primeros datos. Sería como esa agudeza visual que nos permitiera tener una visión más penetrante de las cosas, esto es, conociendo mejor sus causas.



FUENTE:
Tomás de Aquino: Suma Teologica, I [trad. BAC Maior, 2001] q.89, a.1, s. y ad.3



FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología, Parte Primera Ed. BAC, Madrid, 2001 (1273)



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