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Nominalismo > La obligación como centro de la moral

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RESUMEN:

Por influencia del nominalismo de Okcham, la razón y la voluntad (identificada con la libertad) se concebirán como dos potencias casi antagónicas: la razón va poniendo límites a una voluntad de suyo omnímoda. La moral por lo tanto no va a fundarse más que en una adecuación de una voluntad a otra voluntad.

TEXTUAL:

La ruptura entre la libertad y la razón


p.401, §.4 ? p.405, §.3


Para santo Tomás, la razón y la voluntad se unían para formar la libre elección en una coordinación tan íntima entre el juicio práctico y la decisión voluntaria que difícilmente se podía distinguirlas.


Con Ockham, esta bella y difícil unidad se rompió completa y necesariamente, si se nos permite decirlo así. Si la libertad se encuentra toda ella en el poder de elegir entre el sí y el no, se afirmará, en primer lugar, contra la razón, contra las «razones» que ésta le propone para determinarla en su elección y exigir de ella un sí. Ante la serie rigurosa de las razones, la libertad retrocedería como ante las cadenas con las que se la quiere prender. Se escapa por el camino de la negación y se refugia en el poder de las cosas contrarias que reside en la pura voluntad. A causa de las rupturas que hemos dicho, la razón no tiene ya poder directo sobre la libertad y no puede penetrar en la voluntad. No puede ya decir eficazmente: si tú quieres ser feliz, si tú quieres vivir bien, sé virtuoso, fiel, etc., pues todas las aspiraciones personales se cifran ahora en la capacidad de elección de las cosas contrarias. Ya no hay vínculos interiores ni posibles interpenetraciones entre la razón y la voluntad. Cada facultad marcha, pues, por su lado y realiza su obra sola. (...)


Sin duda, siempre se había reconocido a la voluntad humana el poder de decir no a la razón. En su cuestión 6 del De Malo, dedicada a la libertad, santo Tomás había incluso admitido, precisamente ante el peligro de un determinismo por los motivos racionales que se le objetaba, que el hombre permanece libre de decir no ante la bienaventuranza, tanto en general como en particular. Pero esto era para él una debilidad de la libertad humana, como es la posibilidad de caer y quedar cautivo del pecado. En la doctrina de la libertad de indiferencia, por el contrario, el poder de decir no a la razón es incluso esencial a la libertad. Es ahí donde se muestra su fuerza.


Señalemos desde ahora algunas consecuencias importantes para la concepción de la moral que surge del divorcio entre la razón y la voluntad libre. Puesto que la moral es el dominio propio de la libertad, sus elementos principales serán acaparados por la voluntad [más que por la razón] y se ordenarán como relaciones de fuerza entre las voluntades. La ley, el mandamiento y la obediencia, todo lo que determina el obrar moral dependerá únicamente de la voluntad. Se desinteresará del contenido racional de los preceptos; no se ocupará ya de adquirir la inteligencia, sino sólo de saber si han sido dictados por una autoridad que tiene el poder de hacerlo. El papel de la razón se limita cada vez más en moral a declarar que hay un precepto; no se extiende hasta la búsqueda de la comprensión. Se comienza a desconfiar de una razón que busque el porqué de las leyes y de las órdenes dadas.


FUENTE:

PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana, Ed.Eunsa, 2000 Pamplona CAPÍTULO XIII LATEOLOGÍA MORAL EN EL PERÍODO ACTUAL

FUENTE AMPLIADA:

PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana Ed. Eunsa, Pamplona, 2000 (1985)

CLAVES: Nominalismo > La obligación como centro de la moral

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