RESUMEN:
El orden de los fines es también el orden de los agentes, en la medida que algún agente es más elevado y más universal, en esa misma medida también el fin por el cual actúa es un bien más universal. Por ejemplo, el gobernador de una ciudad tiende a un bien particular, que es el bien de la ciudad, mientras que el rey, que es superior a aquél tiende a un bien universal: a saber, la paz de todo el reino. Pero el bien por el cual acúa Dios no puede estar fuera de Él.
TEXTUAL:
(...) Es imposible que el mal sea algo, por una triple razón:
§ 3. En primer lugar, ciertamente, puesto que lo apetecible tiene razón de fin; mas, el orden de los fines es, por decirlo así, también el orden de los agentes. En efecto, en la medida que algún agente es más elevado y más universal, en esa misma medida también el fin por el cual actúa es un bien más universal: pues todo agente actúa por un fin y por algún bien; y esto aparece manifiestamente en las cosas humanas. Pues el gobernador de una ciudad tiende a un bien particular, que es el bien de la ciudad. Mas, el rey, que es superior a aquél tiende a un bien universal: a saber, la paz de todo el reino. Luego, no siendo propio de las causas agentes proceder al infinito, sino que es necesario llegar a una primera cosa que sea causa universal del ser, es necesario que, además, sea un bien universal al cual se reducen todos los bienes; y éste no puede ser otro que aquello mismo que es agente primero y universal; porque, toda vez que lo apetecible mueve al apetito, y por otro lado teniendo en cuenta que es necesario que el primer motor no sea movido, es necesario que el apetecible primero y universal sea el bien primero y universal, que se ocupa de todas las cosas por causa de su mismo apetito. Luego, así como todo lo que hay en las cosas, es necesario que proceda de una causa primera y universal de ser, así también, todo lo que hay en las cosas es necesario que proceda de [tienda a] un bien primero y universal. Ahora bien, lo que procede de [tiende a] un bien primero y universal, no puede ser sino, únicamente, un bien particular; así como lo que procede de una causa primera y universal de ser, es algún ente particular. Luego, todo lo que es algo en las cosas, es necesario que sea algún bien particular; de donde, no puede según lo que es, oponerse al bien. De lo cual, resta sólo afirmar que el mal, según que es mal, no es algo en las cosas, sino que es privación de algún bien particular, que inhiere en algún bien particular.
FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Cuestiones disputadas sobre el mal (Libro) , , Ed.Eunsa, 1997 Pamplona q.1 [Sobre el mal], a.1 [Si el mal es algo], s., §.3
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Cuestiones disputadas sobre el mal Ed. Eunsa, Pamplona, 1997 (1268)
CLAVES: Fin último de todo lo creado > Es Dios mismo