RESUMEN:
El fín último del hombre es el amor a Dios, y en la medida en que es manifestación y consecuencia del amor a Dios, el amor al hombre. Pero el amor al hombre es un bien en la medida en que está ordenado al fin, precisamente poque ordena al fin
TEXTUAL:
¿Se debieron dar dos preceptos sobre la caridad?
Solución. Hay que decir: Según quedó expuesto al tratar el tema de los preceptos (1-2 q.91 a.3; q.100 a.1), éstos desempeñan en la ley la misma función que las proposiciones en las ciencias especulativas. En éstas, las conclusiones se encuentran contenidas virtualmente en los primeros principios. De ahí que quien conociera perfectamente los primeros principios en toda su virtualidad, no tendría necesidad de que se le propusieran por separado las conclusiones. Mas dado que no todos los que conocen los principios están en condiciones de considerar lo que se encuentra virtualmente en ellos, se hace necesario que, en atención a ellos, las conclusiones sean deducidas de los principios. Pues bien, en el plano de la acción en el que nos dirigen los preceptos de la ley, el fin tiene razón de principio, como hemos expuesto (q.23 a.7 ad 2; q.26 a.1 ad 1); y el amor de Dios es el fin al que se ordena el amor al prójimo. De ahí que no sólo es menester dar preceptos sobre el amor de Dios, sino también sobre el amor al prójimo, en atención a quienes, por menos capaces, no captarían fácilmente la realidad de que uno de esos preceptos está incluido en el otro.
Ob. 2. Más aún: Como afirma San Agustín en I De doct. christ. 1, la caridad no ama sino a Dios y al prójimo. Ahora bien, nosotros estamos suficientemente ordenados a amar a Dios con el precepto amarás al Señor, tu Dios (Dt 6,5). En consecuencia no fue preciso añadir otro precepto sobre el amor al prójimo.
Ad. 2. A la segunda hay que decir: Dios es amado en el prójimo como el fin en lo que conduce a él. Sin embargo, convino dar explícitamente dos preceptos sobre ambos por la razón expuesta.
Ob. 3 Y también: A preceptos distintos se oponen pecados distintos. Pero no se peca si, dando de lado el amor al prójimo, no se traspasa el amor de Dios; antes bien, se lee en la Escritura: Si alguien viniere a mí y no odia a su padre y a su madre, no puede ser discípulo mío (Lc 14,26). Por tanto, no es distinto el amor de Dios y el del prójimo.
Ad. 3. A la tercera hay que decir: Lo que está ordenado al fin tiene razón de bien precisamente poque ordena al fin. Según eso, apartarse del fin, y no de otro modo, tiene razón de mal.
FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) (Libro) , , Ed.BAC, 1995 Madrid q.44, a.2, s. y ob.2, ad.2 y ad.3
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) Ed. BAC, Madrid, 1995 (1271)
CLAVES: Fin último del hombre > Amistad y fin último