RESUMEN:
La contemplación de Dios en la que consiste el fin último del hombre es fruto tanto del entendimiento como de la voluntad, pues si el hombre busca conocer a Dios es porque LO DESEA, y una vez contemplado el bien amado, produce el deleite de la voluntad, al tiempo que la enciende más para buscarle más, y amarle así más.
TEXTUAL:
La vida contemplativa, aunque consiste esencialmente en el entendimiento, tiene su principio en la voluntad, en cuanto que el amor de Dios impulsa a la contemplación. Y dado que el fin corresponde al principio, de ahí que el término y el fin de la vida contemplativa haya que buscarlo en la voluntad, en cuanto que se encuentra deleite en la visión del objeto amado, y el deleite del objeto visto enciende más ese amor. Por eso dice San Gregorio, en Super Ezech. 50, que, ?cuando se ha visto a quien se ama, se enciende más ese amor?. Y ésta es la perfección última de la vida contemplativa: que no sólo se ve sino que también se ama la verdad divina.
FUENTE:
DE AQUINO, Tomas: Suma de Teologia II-II (b) (Libro) , , Ed.BAC, 2001 Madrid q.180, a.7, ad.1
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomas: Suma de Teologia II-II (b) Ed. BAC, Madrid, 2001 (1224)
CLAVES: Fin último del hombre > Voluntad y fin último