Platón escribe: «como enseña una antigua doctrina, Dios tiene en sus manos el principio, final y medio de todas las cosas, y derechamente las lleva al cumplimiento de su propósito, según la naturaleza de cada cosa [kata physin]. Y a continuación viene la justicia [dike], sancionadora de todos los que se desvían de la ley divina [theiou nomou]. Quien desea ser feliz [eudaimonesein] se atiene a esta ley con humildad (...). ¿Y cuál es el modo de actuar de quien es amigo [phile] y discípulo de Dios? (...) Para nosotros Dios es la medida [metron] de todas las cosas, mucho más verdadera que el hombre, como dicen ellos [los sofistas, esepcialmente Protágoras]. Entonces, si uno desea ser amigo de un ser tan sublime, es preciso que se asemeje Él todo lo posible. Y sobre la base de este principio podemos afirmar que quien sea moderado entre nosotros, es amigo de Dios, precisamente porque a Él se parece». Platón, Leyes, IV, 715e-716d. Ver también Rep. VI, 500c.