RESUMEN:
«PARA QUE LA RAZÓN PUDIERA DOMINAR DE UNA MANERA FIRMA LAS COSAS INFERIORES, FUE NECESARIO QUE LA MISMA RAZÓN ESTUVIERA FIRMEMENTE SOMETIDA A DIOS, DE QUIEN HABÍA RECIBIDO ESE PODER SUPERIOR A SU NATURALEZA. El hombre fue, por consiguiente, constituido de modo que, si la razón no se sustraía al imperio de Dios, su cuerpo no podría sustraerse al imperio del alma, ni las fuerzas sensibles separarse de la recta razón»
TEXTUAL:
CAPITULO 186 De los preceptos dados al primer hombre y de su perfección en el estado primitivo
§362. El hombre, como se ha dicho ya (cap. 152), fue constituido por Dios en su condición natural de tal suerte que el cuerpo estuviese sometido totalmente al alma, y las potencias inferiores estuviesen sujetas a la razón sin repugnancia, y la misma razón del hombre, a Dios. Por estar el cuerpo sometido al alma, no podía producirse en el cuerpo pasión alguna que escapase al dominio del alma sobre el cuerpo, y, por esta razón, ni la muerte ni las enfermedades tenían acción sobre el hombre. Mediante la sumisión de las potencias inferiores a la razón, reinaba en el hombre una tranquilidad completa de espíritu, porque la razón humana en nada era perturbada por las pasiones desordenadas. POR ESTAR LA VOLUNTAD DEL HOMBRE SOMETIDA A DIOS, EL HOMBRE LO REFERÍA TODO A DIOS COMO A SU FIN ÚLTIMO, EN EL QUE SE BASABA SU JUSTICIA E INOCENCIA.
La última de estas tres cosas [la plena sumisión de la razón a Dios] era la causa de las demás. Que no tuviese lugar la disolución o cualquiera otra pasión contraria a la vida, no era debido a la naturaleza del cuerpo, ya que si consideramos las partes que lo componen, vemos que está formada de elementos contrarios. Tampoco era efecto de la naturaleza del alma el que las fuerzas sensibles se sometieran sin repugnancia a la razón, porque las fuerzas sensibles están naturalmente inclinadas hacia las cosas que deleitan los sentidos y que frecuentemente repugnan a la razón. Sino que todo ello procedía de una virtud superior, a saber, de Dios, que, así como unió al cuerpo un alma racional superior al cuerpo y a todas las fuerzas corporales tales como las fuerzas sensibles , dio también al alma la potestad de dominar tanto el cuerpo como las fuerzas sensibles, como convenía al alma racional.
PARA QUE LA RAZÓN PUDIERA DOMINAR DE UNA MANERA FIRMA LAS COSAS INFERIORES, FUE NECESARIO QUE LA MISMA RAZÓN ESTUVIERA FIRMEMENTE SOMETIDA A DIOS, DE QUIEN HABÍA RECIBIDO ESE PODER SUPERIOR A SU NATURALEZA. El hombre fue, por consiguiente, constituido de modo que, si la razón no se sustraía al imperio de Dios, su cuerpo no podría sustraerse al imperio del alma, ni las fuerzas sensibles separarse de la recta razón.
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FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Compendio de Teología (Libro) , , Ed.Rialp, 1980 Madrid Libro I: [Sobre la Fe]; Parte II: [Sobre la humanidad de Cristo]; Tratado Preliminar: [El pecado original]
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Compendio de Teología Ed. Rialp, Madrid, 1980 (1269)
CLAVES: Justicia > Justicia original