RESUMEN:
El universo no es un caos, sino un cosmos, una inmensa comunidad de seres, creados y sostenidos por el acto supremo de razón práctica por el cual Dios concibe y libremente elige el orden de toda lo que hay. Mediante ese acto Dios imprime en cada ser sus propios principios (las leyes físicas, las leyes lógicas, las leyes morales de los distintos órdenes). Este acto se realiza para el bien de todo el conjunto
TEXTUAL:
El universo no es un caos, sino un cosmos, una inmensa comunidad de seres, creados y sostenidos por el acto supremo de razón práctica por el cual Dios concibe y libremente elige el orden de toda lo que hay. Mediante ese acto Dios imprime en cada ser sus propios principios (las leyes físicas, las leyes lógicas, las leyes morales de los distintos órdenes). Este acto se realiza para el bien de todo el conjunto. `De tal modo que podemos concebir a este supremo acto de gobierno como un acto legislativo, y a su contenido racional como una ley que, como su autor, es eterna (..).`. Aunque el significado central de la ley supone la interprelación de de una voluntad libre a otra voluntad libre, no contradice la idea de una ley eterna que también gobierna criaturas irracionales, porque estos casos entrarían dentro del significado no central de la ley. La ley en su significado central es una `plan para la libre co-operación` (p.308)
De este modo los requerimientos de la razón práctica pueden comprenderse como una participación en la razón práctica divina. `El bien de la racionalidad práctica (bonum rationis) se puede comprender ahora como un bien no sólo intrínseco y por sí sólo, sino también como constitutivo del bien de la ASSIMILATIO y ADHAESIO a la sabiduría práctica y elección del del Creado Omnipotente. La verdad de los principios prácticos se comprende entonces no sólo como una anticipación de la ralización humana a la que nos dirigen, sino también como su (de los principios) conformidad con la realidad más real de todas las realidades, la divina inteligencia creadora, inteligencia que no es otra cosa que la misma realidad del acto puro y simple que es Dios. ¿Por qué estos principios son ley NATURAL? No porque sean legibles en la propia naturaleza humana. Sino por las siguientes razones -tres al menos-: (1) Tales principios no son elaborados por el ingenio humano (adinventio), sino que son realidades que pertenecen al primer orden, del mismo modo que las demás realidades que conforman nuestra naturaleza. (2) La razonabilidad de los principios es una participación en la razonabilidad práctica, la sabiduría, del mismo autor de nuestra naturaleza, el Creador, por cuya sabiduría y poder se ha hecho posible la realización a la que aspiramos, y el mismo hecho de que libremente podamos elegirla. (3) Sólo es contrario a la Ley Natural (incluso a la ley divina) aquellos actos humanos que sean contrarios algún bien humano`.
Nuestra co-operación en el plan de la providencia mediante nuestra adhesión a la ley natural, ya sea individualmente o en grupo, es realmente una respuesta de la libertad a otra libertad. Sto. Tomás deja clara la similitud entre el plan de la divina Providencia y el orden justo de la ley MERAMENTE positiva de un legislador honrado. Porque la elección de Dios por la que quiere este universo en lugar de cualquier otro, es, como tal legislador que es, una pura DETERMINATIO en la que la racionalidad o sabiduría práctica deja espacio a muchas determinaciones posibles todas igualmente razonables, y por eso, por ser varias, ninguna estrictamente necesaria (p.ej la selección de una determinada madera para hacer la casa)`. P. 309 `Una indagación estríctamente filosófica sobre la explicabilidad del universo puede concluir que no es nada arbitrario o antropomorfico la creencia de la gente según la cual la la fuente última de la obligatoriedad de la moral y de otros principios prácticos es una inteligencia cuyo poder iluminador es en cierta medida compartido por nuestra razón`.
FUENTE:
FINNIS, John: Aquinas, Ed.Oxford University Press, 1998 Oxford
FUENTE AMPLIADA:
FINNIS, John: Aquinas Ed. Oxford University Press, Oxford, 1998
CLAVES: Ley eterna > Ley eterna y razón práctica