RESUMEN:
«La inteligencia al contrario que los seres inanimados no obra ni apetece nada sin previo juicio; ni para formar un juicio es arrastrada, como los brutos, por una fuerza natural, sino que se mueve en virtud de su propia aprehensión, pues la inteligencia conoce el fin [en cuanto tal], lo que conduce al fin, y la relación entre uno y otro; y, por lo mismo, la inteligencia es la causa de su juicio, por el cual apetece y obra algo por un fin. »
TEXTUAL:
CAPÍTULO 76: Estas substancias (intelectuales) gozan del libre albedrío
§133. La inteligencia al contrario que los seres inanimados no obra ni apetece nada sin previo juicio; ni para formar un juicio es arrastrada, como los brutos, por una fuerza natural, sino que se mueve en virtud de su propia aprehensión, pues la inteligencia conoce el fin [en cuanto tal], lo que conduce al fin, y la relación entre uno y otro; y, por lo mismo, la inteligencia es la causa de su juicio, por el cual apetece y obra algo por un fin. Si nosotros llamamos libre a lo que es causa de sí mismo, la inteligencia, en su acción y en sus apetitos, procede con libertad de juicio, lo cual es tener libertad de arbitrio; y, en consecuencia, las substancias supremas tienen libre albedrío.
§134. Además, es libre lo que no está obligado a alguna cosa determinada. El apetito de una substancia intelectual no está obligado a ningún bien determinado, porque sigue la elección del entendimiento que abraza el bien de un modo general; luego el apetito de una substancia inteligente es libre, porque está ordenado al bien, cualquiera que sea.
FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Compendio de Teología (Libro) , , Ed.Rialp, 1980 Madrid Libro I: [Sobre la Fe]; Parte I: [Sobre Dios uno y Trino]; Tratado III: [Sobre las obras de Dios]
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Compendio de Teología Ed. Rialp, Madrid, 1980 (1269)
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