RESUMEN:
La raíz del mal moral es un amor desordenado a uno miso, que en el fondo acarrea la destrucción de uno mismo. Es un negarse a ser parte, es una impaciencia de gloria. Este amor se alimenta del apetito del bien que Dios ha puesto en el hombre, y tiene como señuelo el el bien que vemos reflejado en nosotros mismos, como si fuera luz propia.

TEXTUAL:
p. 72 §3 (...) La raíz del pecado estriba en ese cerrarse sobre sí mismo que es el amor propio, en el sentido en que los espirituales lo entienden. Este amor no permanece necesariamente recogido en uno mismo. Puede mostrarse muy activo y salir a la conquista del universo. Pero, finalmente, reduce todo a uno mismo, tiene por meta suprema la dominación sobre todo y la utilización de todas las cosas para uno mismo. (...)



p. 73, §3 (...) Se podría decir que el amor propio es el más natural de los parásitos, pues se alimenta del amor espontáneo donde brilla el reflejo de Dios. (...)



p.73, §4 El amor propio puede también viciar y deformar las respuestas a todas las cuestiones examinadas. «Yo amo» se convierte en secreto en «yo me amo», o incluso en «me gusta que se me ame», ya se trate de Dios o del prójimo.

FUENTE:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana, Ed.Eunsa, 2000 Pamplona INTRODUCCIÓN, Cap. II, Panorámica del dominio de la Teología Moral: algunas cuestiones principales, 7. La cuestión de la justicia

FUENTE AMPLIADA:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana Ed. Eunsa, Pamplona, 2000 (1985)