En todas las cosas está el apetito del bien, por ser el bien “lo que todas las cosas apetecen”, como enseñan los filósofos. Este apetito se llama “apetito natural” en las cosas que carecen de conocimiento, y así se dice que la piedra apetece estar abajo; se llama “apetito animal” en las que tienen conocimiento sensitivo, el cual se divide en concupiscible e irascible; y en las que entienden se llama apetito intelectual o racional, que es la “voluntad”. Luego las substancias intelectuales creadas tienen voluntad.
SCG L2, CAP 47