RESUMEN:
La cuestión de la felicidad es la clave de la moral clásica, desde Aristóteles, pasando por los Padres, hasta Sto. Tomás. Toda la moral era una respuesta a la pregunta acerca de la felicidad. Esta cuestión divide la historia de la ética en dos: las elaboradas en torno a la felicidad, y las creadas alrededor de la idea de obligación.
TEXTUAL:
p.45 § 3 De todas formas, otro hecho se impone con evidencia: santo Tomás da el primer lugar a la cuestión de la felicidad, al tratado de la bienaventuranza. Este no es en modo alguno un preámbulo, sino que constituye la clave de bóveda de todo el edificio moral, al fijarle su fin último y su orientación general. Toda la arquitectura de la Secunda Pars depende directamente de la respuesta a la cuestión de la felicidad expuesta en este primer tratado.
La primacía de la cuestión de la felicidad sobre la de la obligación se confirma cuando se consultan las fuentes de santo Tomás, cuando se estudian las corrientes del pensamiento que le han precedido. Para los antiguos, ya sean filósofos con Aristóteles como principal testimonio, ya sean teólogos, con los Padres griegos y latinos, especialmente san Agustín, la cuestión de la felicidad o de la «vida dichosa» era sin contradicción la primera y principal en moral. Aristóteles dedica al estudio de la felicidad el primero y el último libro de su Ética a Nicómaco. San Agustín, cuando comienza la exposición de «Las costumbres de la Iglesia católica» contra los maniqueos, no duda un instante sobre el punto de partida que la razón le recomienda: «Sin duda, todos queremos vivir felices, y, en el género humano, no hay nadie que no dé su asentimiento a esta proposición antes de que se haya terminado de enunciar» [De Moribus Ecclesiae catholicae, III, 4]. Después mostrará cómo el Evangelio proporciona la verdadera respuesta a la cuestión del mejor bien («hominis optimum») que domina la moral. (...)
p. 46 §2 Para quien quiere abrir bien los ojos, un gran hecho aparece en la historia de la moral: para los antiguos, cristianos o paganos, la cuestión de la felicidad era la primera en moral. A sus ojos toda la moral era una respuesta a esta pregunta. Era una cuestión evidente y nadie pensaba en discutirla. Incluso san Agustín creerá que la cuestión de la felicidad es el origen de la filosofía: «El hombre no tiene orta razón para filosofar que su deseo de ser feliz», escribió en la Ciudad de Dios [De civitate Dei, 1, XIX, c. 1].
p. 46 §3 (...) En verdad se podría hablar de dos grandes épocas en las que se divide la historia de la moral: la primera dominada por la cuestión de la felicidad y la segunda, por la cuestión de la obligación.
Así, pues, se abren ante nuestros ojos dos grandes modelos de moral, En efecto, la cuestión de la felicidad entraña una organización diferente del campo de la moral, dando preferencia a las virtudes principales sobre las prescripciones. La moral se convierte entonces en la ciencia de los caminos que llevan al hombre a la verdadera felicidad, gracias a esas cualidades del alma y del corazón que se llaman virtudes.
(...)
FUENTE:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana, Ed.Eunsa, 2000 Pamplona INTRODUCCIÓN, Cap. II, Panorámica del dominio de la Teología Moral: algunas cuestiones principales, 2. La cuestión de la felicidad, p. 45
FUENTE AMPLIADA:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana Ed. Eunsa, Pamplona, 2000 (1985)
CLAVES: Moral > Felicidad como piedra angular