La voluntad como tal no es pasión, pues sólo hay pasión en los apetitos sensitivos, aunque sí es inclinación al bien irrestricto:
Sto. Tomás: "No hay pasión procedente de la afección intelectual, sino solamente de la sensitiva, como se prueba en el libro VII de los “Físicos”. Pero en Dios no puede haber afección tal, porque no tiene conocimiento sensitivo, como se evidencia con lo dicho (c. 44). Queda, pues, que en Dice no hay pasión afectiva."
Toda pasión afectiva impone una transformación corporal, tal como la contracción o dilatación del corazón o algo parecido. Pero en Dios es imposible un fenómeno de este género, ya que se demostró que ni es cuerpo ni potencia corporal (c. 20). No hay, pues, en El pasión afectiva.
En toda pasión afectiva el paciente es llevado hasta cierto punto fuera de su condición común, normal o natural; y prueba de ello es que tales pasiones, si se intensifican, ocasionan la muerte a los animales. Pero no es posible llevar a Dios de ningún modo fuera de su condición natural, porque es absolutamente inmutable, como anteriormente se demostró (c. 13). Es claro que en Dios no pueden existir estas pasiones.
SCG L1, CAP 89