El bien que resulta del orden del universo es más noble que cualquier parte de él, porque cada una de ellas tiene por fin el bien del orden del todo, como enseña el Filósofo (“Metaf.”, XII). Si, pues, Dios conoce alguna naturaleza noble, con más razón conoce el orden del universo. Ahora bien, este orden no puede ser aprehendido si no se conocen los seres más nobles y los más viles, en cuyas distancias y relaciones consiste el orden del universo. Queda, por lo tanto, probado que Dios conoce no sólo los seres nobles, sino también los que se reputan como más viles.
SCG. L.1, cap 70