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Nominalismo > La «atomización del obrar»

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RESUMEN:
La ruptura de la duración de la finalidad, y la atomización del obrar moral. La libertad ya no es vista como la capacidad de tender con más facilidad y alegría hacia el fin último, que se desarrolla con el crecimiento de las virtudes, sino como una capacidad de elegir una cosa u otra en cada momento, con independencia de lo que haya elegido antes, y de lo que elegiré más adelante.



TEXTUAL:
p.397, §.3 ? p.398, §.2

Al rechazar del centro de la libertad las inclinaciones naturales y las virtudes, el nominalismo rompió los vínculos que unían entre sí los actos morales y los establecían en la duración, en una sucesión ordenada por la finalidad. Santo Tomás consideraba los actos humanos en la perspectiva del fin último, en donde se realizaba la felicidad del hombre, y de las virtudes que aseguraban un progreso continuo hacia ese fin. Los actos humanos estaban así unidos interiormente (a partir de los actos interiores), para formar conjuntos, orgánicos y permanentes, en los que el presente asufmía el pasado y preparaba el porvenir.

El nominalismo hizo saltar por los aires este hermoso orden. Si la libertad consiste toda ella en la elección entre cosas contrarias, que sólo nuestra voluntad posee soberanamente, entonces cada uno de nuestros actos queda fijo en el instante de la elección y se separa de los actos que le preceden o le siguen. So pena de quitarnos nosotros mismos nuestra libertad de indiferencia, no podemos dejar que nuestros actos pasados determinen nuestra acción presente, ni formar en ésta una determinación para nuestros actos futuros. Por consiguiente, la libertad se sitúa totalmente en el presente que ella crea y que recorta del pasado y del futuro, rompiendo la duración para hacer de ella una sucesión de instantes comparable al punteado de una máquina de coser que no tuviese hilo. Cada acto moral está, aislado, como un islote, un átomo, una mónada. Es lo que se ha llamado la atomización del obrar moral.

En consecuencia, la libertad de indiferencia se concebirá como dada o poseída totalmente, en principio al menos, desde el primer momento de la vida consciente [no hay, por tanto, maduración de la libertad]. Sin duda, puede ser limitada por obstáculos de todos los órdenes, interiores y exteriores, o dificultada en la ejecución de un acto; pero es total en su fuente voluntaria y lo mostrará por su protesta contra todo límite. Esta especie de libertad no tiene necesidad de crecer. Si, respecto de ella hablamos de un acrecentamiento, será para significar la disminución de los límites exteriores que logra superar y no para designar un crecimiento interno.



p.399, §.1

El terreno de la moral se ha invertido. Ya no está ocupado por el estudio de las virtudes, sino que ha llegado a ser el dominio de los actos singulares, pues cada acro debe ser estudiado por sí mismo, tal como ha sido hecho; estos serán los casos de conciencia, como se dirá en el siglo XVII. Estamos, pues, ante una moral de los actos o ante una moral de los casos, de donde procede el nombre de casuística.



FUENTE:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana, Ed.Eunsa, 2000 Pamplona CAPÍTULO XIII LATEOLOGÍA MORAL EN EL PERÍODO ACTUAL



FUENTE AMPLIADA:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana Ed. Eunsa, Pamplona, 2000 (1985)



CLAVES: Nominalismo > La «atomización del obrar»
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