RESUMEN:
Según Grisez el hombre no puede querer naturalmente ninguna cosa en razón de la bondad divina. Motivos. La bondad divina no se busca naturalmente, sino que se recibe como don sobrenatural.
TEXTUAL:
(X.B
...uno podría suponer que la apertura de la voluntad humana hacia cualquier cosa buena, junto con su dinamismo natural como apetito, equivale de algún modo a una tendencia natural hacia la bondad divina ?como ésta fuera una disposición habitual que subyace en el fondo de la inclinación [aliveness] hacia los diversos bienes básicos. Según esta suposición uno podría querer naturalmente cualquier cosa a causa de la bondad divina, que es la única, por ser infinita, que podría colmar la capacidad de la voluntad.
Sin embargo, la verdad es que uno no puede querer naturalmente ninguna cosa a causa de la bondad divina [for the sake of divine goodness] [el hombre no puede querer naturalmente nada en vista de la bondad divina]
Porque (1) Lo recibido se recibe sólo conforme a la capacidad del recipiente. Y la capacidad que tiene cualquier cosa de ser completamente actualizada, está determinada por su propia naturaleza. Por lo tanto, nada recibe su completa actualización sino es a partir de su propia naturaleza [porque previamente está en potencia en su propia naturaleza]. Ahora bien, la bondad divina es la actualización de la naturaleza divina. Por lo tanto, la bondad divina no puede ser lo que actualice a la persona humana, a no ser que el hombre deje de ser humano o llegue a ser simultáneamente divino. [creo que esta premisa es errónea, porque lo natural a una cosa es lo que hace Dios con esa cosa; esta premisa parte de una concepción de naturaleza independiente de Dios; estilo Spinoza y los demás iusnaturalistas racionalistas]
Pero (2) La voluntad humana es un apetito humano. Todo apetito tiende hacia la actualización de aquello de lo cual es apetito. Por eso, la voluntad humana tiende a la actualización del hombre. Ahora bien, nada es actualizado dejando de ser. Y todo lo que deja de ser aquello que es, deja de ser. Por lo tanto, nada es actualizado dejando de ser lo que es. Por lo tanto, las personas humanas no pueden ser actualizadas dejando de ser humanas. [El hombre no deja de ser humano al ser también divino; lo mismo que Dios no dejó de ser Dios al hacerse también hombre]
Por lo tanto: (3) Como las personas humanas no pueden ser actualizadas naturalmente por la bondad divina sin dejar de ser humanas (visto en 1), y como las personas humanas no pueden ser actualizadas [por sí mismas] dejando de ser humanas (visto en 2), las personas humanas no pueden ser actualizadas naturalmente por la bondad divina.
Por este motivo la voluntad humana puede NO TENER DISPOSICIÓN NATURAL HACIA SU REALIZACIÓN EN LA BONDAD DIVINA. En este sentido, los corazones de las personas humanas, considerados precisamente de acuerdo con su naturaleza humana, no son hechos para Dios; más bien son hechos para la plenitud humana. Si la persona humana no logra descansar en la plenitud humana, se debe en parte a que erróneamente trata de descansar sólo en algunos fragmentos separados del conjunto de dicha plenitud, y en parte porque la voluntad humana (a diferencia del eros neoplatonico) no es para descansar. [hay que ver los actos de la voluntad, y uno de ellos es el reposo o complacencia o deleite en el bien amado].
Además, no puede haber un deseo NATURAL de lo que NO ES EL FIN NATURAL de las personas humanas, concretamente, aquella visión, prometida a aquellos que "son ahora hijos de Dios", por lo cual "serán como Él" porque "le verán tal cual es" (1Jn 3:2). Y la fe cristiana no requiere tal deseo natural para que, en conformidad con él, sea alcanzada esa visión íntima de Dios, no mediante la naturaleza humana, sino participando en la naturaleza divina, recibida como un don por "el agua y el Espíritu" (Jn 3:5) o por "adopción" (Rom 8:14-17, 23). [Aquí hay que distinguir la felicidad perfecta y la imperfecta como hace Sto. Tomás en los primeros capítulos de su tratado sobre la Beatitudo]
Esta idea cristiana de que las personas pueden RECIBIR la participación en la naturaleza divina es perfectamente consistente con la segunda razón por la cual la bondad divina no puede ser la razón última de los actos humanos: que la acción humana no puede llevar a la instanciación de la bondad divina. Porque hay una diferencia entre haber recibido algo como un regalo y el lograrlo a través de la propia acción, y también hay una diferencia entre la misma bondad divina y las participaciones en ella. [el hombre, según Grisez, no puede participar por sus meras fuerzas humanas en la naturaleza divina. Instanciar es participar en un bien humano pero sólo a través de la acción humana. En cambio el término "participar" es más amplio, porque el hombre puede participar de la Naturaleza divina, pero no como simple resultado de su acción, sino como consecuencia de un don de Dios. Sin embargo, lo que no se entiende es por qué hablan de una teonomía participada en la razón práctica, en la que no es fácil distinguir lo que es acción de Dios y lo que es acción del hombre]
Las acciones humanas pueden y conducen naturalmente a la instanciación de ciertas PARTICIPACIONES en la bondad divina. [con esta explicación pretende justificar la conjugación de libertad y gracia, tarea y don, pero resulta un poco forzada]
...
Por esta razón, si uno cree que la bondad sin más especificación [unqualified goodness] ?la bondad en sí misma- se fundamenta en Dios, considerará que Él es la fuente de la bondad de todos los bienes básicos. Desde esta perspectiva todo logro [fulfillment] humano es una participación en la bondad divina, y todo acto humano se hace a causa de la bondad divina en la medida en que uno puede participar de ella a través de los beneficios por los que uno elige actuar. Por lo tanto, Dios puede ser considerado la causa última de las personas humanas y de las comunidades en la medida en que la realización de ambas en sus bienes propios es una participación en la bondad divina. [lo que vienen a decir es que Dios está en el fondo de todo deseo porque la voluntad humana desea naturalmente el bien sin especificación, y éste bien como tal se fundamenta en Dios, que es la fuente de la bondad de todos los bienes básicos y de todos el ser]
Podemos preguntarnos si Dios es ?o al menos si puede ser para las mismas personas- el fin de la vida humana en un sentido más intenso que éste. La respuesta es sí. Porque entre los bienes que llenan a las personas humanas y a las comunidades, están el conocimiento de Dios y la armonía con Él. Éstos han de constituir el núcleo del fin último de la vida humana en el sentido que consideramos a continuación.
FUENTE:
GRISEZ, BOYLE, FINNIS, : Practical Principles, Moral Truth and Ultimate End (Libro) American Journal of Jurisprudence, 32, Ed.American Journal of Jursisprudence, 1987 X.B
FUENTE AMPLIADA:
GRISEZ, BOYLE, FINNIS, AAVV: Practical Principles, Moral Truth and Ultimate End Ed. , , 3000
CLAVES: Razón práctica > Primer principio de la razón práctica > Fin último y principio de la razón práctica