RESUMEN:
El "el intelecto asiente por necesidad a los primeros principios" naturalmente conocidos, y no puede asentir a sus contrarios; y de manera semejante, la voluntad quiere naturalmente y por necesidad la bienaventuranza, y "nadie puede querer la desgracia". Por lo que tratándose del intelecto, sucede que aquellas cosas que mantienen coherencia necesaria con los primeros principios naturalmente conocidos, mueven al intelecto por necesidad, como cuando aparecen conclusiones demostradas que si son negadas, es necesario que sean negados los primeros principios, de los cuales se siguen por necesidad

TEXTUAL:
§ 4 (...) Por lo que "el intelecto asiente por necesidad a los primeros principios" naturalmente conocidos, y no puede asentir a sus contrarios; y de manera semejante, la voluntad quiere naturalmente y por necesidad la bienaventuranza, y "nadie puede querer la desgracia". Por lo que tratándose del intelecto, sucede que aquellas cosas que mantienen coherencia necesaria con los primeros principios naturalmente conocidos, mueven al intelecto por necesidad, como cuando aparecen conclusiones demostradas que si son negadas, es necesario que sean negados los primeros principios, de los cuales se siguen por necesidad. Pero si son algunas conclusiones que no mantienen coherencia necesaria con los primeros principios naturalmente conocidos, como las cosas contingentes y opinables, el intelecto no está obligado a asentir a éstas. De manera semejante, mientras no se conozca la conexión necesaria entre los principios y sus conclusiones el entendimiento tampoco asentirá necesariamente [ni la voluntad tampoco se sentirá atraída por aquello que no tenga ninguna conexión con su apetito radical de felicidad].

FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Cuestiones disputadas sobre el mal (Libro) , , Ed.Eunsa, 1997 Pamplona q.3 [Sobre la causa del pecado], a.3 [Si el diablo es causa de pecado], s.

FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Cuestiones disputadas sobre el mal Ed. Eunsa, Pamplona, 1997 (1268)