RESUMEN:
La templanza regula el complejo movimiento pasional suscitado por el cumplimiento de las necesidades naturales del alimento y del sexo. La templanza sólo modera la búsqueda de placeres corporales, porque los placeres espirituales responden a un deseo más racional no impelido por los sentidos, por lo que es más fácil referenarlos al supeditarlos a un bien superior de la razón, pero dentro de la misma categoría.
TEXTUAL:
ad 4. Todavía más: los deleites espirituales son más intensos que los corporales, como dijimos antes (1-2 q.31 a.5), al hablar de las pasiones. Pero hay quienes, a veces, por el deseo de los deleites espirituales, se apartan de la ley de Dios y de la virtud: tal es el caso de la curiosidad científica. De ahí que el diablo prometiera al primer hombre la ciencia cuando le dijo (Gén 3,5): ?Seréis como dioses, conocedores del bien y del mal?. Por tanto, la templanza no se ocupa únicamente de los deleites del sentido del tacto.
4. A la cuarta hay que decir: Los placeres espirituales, aunque son esencialmente más intensos que los corporales, no son percibidos como tales por los sentidos. Por ello no afectan tanto al apetito sensitivo, cuyo ímpetu es moderado por la virtud moral. Puede decirse también que los placeres espirituales obedecen por sí mismos la norma de la razón. Por ello no es preciso reprimirlos sino de un modo accidental, en cuanto que uno de ellos puede impedir disfrutar de otro más importante y legítimo.
FUENTE:
Suma de Teología II-II, q.141, 4
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) Ed. BAC, Madrid, 1995 (1271)
CLAVES: Templanza > Modera los placeres derivados del tacto