RESUMEN:
Por qué la continencia no es propiamente virtud moral: porque no perfecciona al apetito, como lo hace la castidad, sino que afecta sólo a la voluntad haciéndola tender más al bien de la razón que al bien del apetito. Ver Virtud-La virtud moral perfecciona el apetito (es una aclaración importante)
TEXTUAL:
Nota al pie de Antonio Osuna Fernández: En este artículo está expresada la genuina concepción de Santo Tomás sobre la continencia. El hombre continente en verdad domina las malas tendencias del apetito y produce actos de temperancia, pero ello no es fruto de una «habitud» del mismo apetito, sino de una imposición externa al apetito. Sólo la castidad hace bueno al apetito concupiscible. La continencia, en cambio, no pasa de ser una regulación a distancia de los placeres venéreos. Y sólo ella genera equilibrio moral en la persona, mientras que la continencia rompe ese equilibrio, introduciendo tensión en la conjunción de las facultades. El acto virtuoso del continente carece de la prontitud y alegría que para Santo Tomás eran manifestaciones de la virtud humana (cf. De Verit, q.14 a.4; De Virtut. a.4).
FUENTE:
Suma de Teología II-II, q.155, a.3, ob.3
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) Ed. BAC, Madrid, 1995 (1271)
CLAVES: Templanza > Partes > Continencia