RESUMEN:
No es propiamente virtud, porque no radica en al apetito, sino sólo en la voluntad. Sólo el hombre casto tiene adiestradas sus potencias inferiores para que no respondan con vehemencia ante el menor estímulo. En cambio el continente refrena sus pasiones `a fuerza` de voluntad. El continente con el tiempo llega a ser casto.
TEXTUAL:
Objeciones por las que parece que el sujeto de la continencia es el apetito concupiscible.
ob1. Conviene que el sujeto de una virtud sea proporcionado a su materia. Pero la materia de la continencia, según dijimos antes (a.2), está constituida por los deseos de deleites del tacto, que pertenecen al apetito concupiscible. Luego la continencia reside en éste.
Respuesta a las objeciones: 1. A la primera hay que decir: Son materia de la continencia los deleites del tacto, no para refrenarlos, lo cual es propio de la templanza, que reside en el apetito concupiscible, sino como materia a la cual resistir. Por ello conviene que resida en otra facultad, ya que la resistencia implica acción de uno contra otro.
FUENTE:
Suma de Teología II-II, q.155, a.3,
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) Ed. BAC, Madrid, 1995 (1271)
CLAVES: Templanza > Partes > Continencia