Por ser un amante de la libertad, cuando tuvo lugar la revolución en Alemania —la llegada de Hitler al poder— miré con confianza hacia las universidades, sabiendo que siempre se habían enorgullecido de su devoción a la verdad. Pero las universidades permanecieron en silencio.
Entonces miré a los grandes editores de periódicos, que en ardientes editoriales proclamaban su amor por la libertad. Pero también ellos, como las universidades, permanecieron en silencio, sofocados en el curso de unas pocas semanas.
Solamente la Iglesia se opuso plenamente a la campaña de Hitler, que pretendía suprimir la verdad.
Nunca había tenido yo especial interés por la Iglesia, pero ahora siento por ella un gran amor y admiración, porque solo la Iglesia tuvo el coraje y la perseverancia de defender la libertad intelectual y la libertad moral.
Debo confesar que lo que antes había despreciado, ahora lo admiro incondicionalmente
Albert Einstein (Time Magazine, dic. 1940)