RESUMEN:
Cuando se trata de realidades objeto de las virtudes de valor inferior al hombre, como tales realidades son mejores en cuanto conocidas que en sí mismas, es mejor conocerlas que amarlas; en cambio cuando son realidades superiores al hombre, es mejor amarlas que conocerlas. Por eso es mejor la caridad que la fe, aunque la una presupone la otra.
TEXTUAL:
ad. 1 La operación intelectual queda completa cuando lo conocido está en quien lo conoce. Por eso la dignidad de esta operación se aprecia por la medida del entendimiento. Pero la operación de la voluntad y la de cualquier potencia apetitiva se perfecciona con la inclinación del que desea hacia el objeto deseado como término de la misma; y así, su superioridad se aprecia en función del objeto de la operación. Pues bien, las realidades inferiores al alma están en ella de un modo superior al que tienen en sí mismas, porque una cosa existe en otra según el modo del sujeto en que se encuentra, como consta en el libro De causis 26. Por el contrario, las realidades superiores al alma existen de un modo más excelente en sí mismas que en el alma. Por eso, el conocimiento de las cosas inferiores a nosotros es más excelente que su amor, y por esa razón el Filósofo en X Ethic. 27 da preferencia a las virtudes intelectuales sobre las morales. Pero en las realidades que nos sobrepujan, sobre todo las de Dios, se prefiere el amor al conocimiento. En consecuencia, la caridad es más excelente que la fe.
FUENTE:
Suma de Teología II-II, por Luis Lago Alba O.P. q.23, a.6, ad.1
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) Ed. BAC, Madrid, 1995 (1271)
CLAVES: Virtud > Clasificación de virtudes > Morales e intelectuales