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Virtud > Inclinaciones naturales y virtud

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RESUMEN:
La virtud no está sólo en la voluntad, sino que también supone un `apetito domado por la razón`. Por ejemplo, la contiencia es un deseo de la voluntad de resistir a las inclinaciones vehementes de la concupiscencia, pero la continencia no significa que también el apeito sexual esté educado o domado, cosa que sí significa la castidad, porque ésta impregna tanto la razón como el apetito. Por eso la continencia no es propiamente una virtud



TEXTUAL:
(...)

Para otros 7, la continencia hace que el hombre resista a los malos deseos que se dan en él con fuerza. De este modo la toma el Filósofo en VII Ethic. y está tomada, también, en las ?Colaciones de los Padre?. Así considerada, la continencia posee algunas cualidades de la virtud, en cuanto que reafirma a la razón contra las pasiones para que éstas no la venzan, pero no cumple totalmente las condiciones de virtud moral, que somete incluso el apetito sensitivo a la razón para que no se levanten en él pasiones fuertes contrarias a la razón. Por eso dice el Filósofo, en IV Ethic. , que ?la continencia no es virtud, sino una mezcla?, porque tiene algo de virtud y, en parte, no cumple las condiciones necesarias para la virtud. Pero hablando en un sentido más amplio, tomándola como principio de obras laudables, podemos decir que la continencia es una virtud.



COMENTARIO:
Nota al pie. de Antonio Osuna Fernández, ala q.155 sobre la continencia: `Una vez más nos traiciona el lenguaje en la filosofía moral. Para nosotros, continencia es sinónimo de abstención de la vida sexual. Pero la continencia a que aquí nos referimos designa una actitud de resistencia positiva a las inclinaciones vehementes de la concupiscencia. Ahora bien: podríamos preguntar: ¿no era ésa la actitud de la castidad? Pues bien: sin captar la originalidad del concepto de virtud que aquí usa el autor, no se explicaría este duplicado de virtudes. Para la plenitud del concepto de ser virtuoso no basta con una voluntad decidida y habituada al bien; se requiere, además, que la potencia misma que producirá el acto virtuoso inmediatamente esté, ella también, rectificada por la virtud («apetito domado por la razón» es como lo llama el autor, en a.4). Pues bien: mientras no exista más que la continencia, que es sólo voluntad de resistir las concupiscencias, no tendremos el hombre perfectamente virtuoso, mientras el mismo apetito concupiscible no esté revestido de la virtud de la castidad. En otras palabras: para ser una persona temperada no basta ser continente ?actitud tensa y heterónoma de una vida moral?, sino que es preciso también ser casto (cf. 1-2 q.56 a.4).`



FUENTE:
Suma de Teología II-II, q.155, a.1, s.



FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Suma de Teología II-II (a) Ed. BAC, Madrid, 1995 (1271)



CLAVES: Virtud > Inclinaciones naturales y virtud
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