RESUMEN:
En qué sentido la voluntad es sujeto de virtud, y en qué sentido lo es las potencias apetitivas. La virtud hace que las potencias se integren en el dinamismo apetitivo de la voluntad, que es el bien del hombre entero. La voluntad apetece naturalmente el bien del hombre entero, y sólo necesita del bien de la virtud en relación al bien que excede su propia tendencia natural. La caridad y la justicia tienen por sujeto propio la voluntad, porque por la caridad nos disponemos adecuadamente al bien divino, que excede la tendencia natural de la voluntad; y por la justicia nos disponemos adecuadamente al bien de otra persona.

TEXTUAL:
ARTÍCULO V En quinto lugar se pregunta si la voluntad es sujeto de virtud

RESPUESTA.(...)

Sin embargo, lo que la virtud hace con respecto a las otras potencias lo posee la voluntad por su misma naturaleza como potencia, pues su objeto es el bien [del hombre entero]. De ahí que tender al bien se relacione de tal modo con la voluntad como tender a lo deleitable con el concupiscible, y como estar ordenado al sonido se relaciona con el oído. Por lo cual, la voluntad no necesita de ningún hábito de virtud que la incline a ella misma hacia el bien que le es proporcionado, porque a él tiende por su misma naturaleza como potencia (ex ipsa ratione potentiae). Pero necesita el hábito de virtud en relación al bien que excede (trascendit) la proporción de la potencia.



Y como el apetito de cada uno tiende al bien propio del que apetece, algún bien puede exceder de dos modos la proporción de la voluntad. De un modo, en razón de la especie; de otro, en razón del individuo.



[Un bien excede la proporción de la voluntad] en razón de la especie, en tanto que la voluntad se eleva hacia algún bien que excede los límites del bien humano; y llamo humano lo que el hombre puede por las capacidades de la naturaleza. Pero sobre el bien humano está el bien divino, hacia el cual la caridad eleva la voluntad del hombre, y del mismo modo la esperanza.



Y [un bien excede la proporción de la voluntad] en razón del individuo, de tal modo que alguien procura aquello que es bien de otro, aunque la voluntad no sea llevada fuera de los límites del bien humano; y así la justicia y todas las virtudes que se inclinan hacia otro, como la liberalidad, y otras de esta clase, perfeccionan la voluntad. Pues la justicia es el bien de otro, como dice el Filósofo en Ética V.



De este modo, por lo tanto, hay dos virtudes en la voluntad como en su sujeto; esto es, la caridad y la justicia. Cuyo signo es que aunque esas virtudes pertenezcan a la [parte] apetitiva, sin embargo no se refieren a las pasiones, como en el caso de la templanza y de la fortaleza; por lo cual resulta manifiesto que no están en el apetito sensible en el que hay pasiones, sino en el apetito racional, que es la voluntad, en el que no hay pasiones. En efecto, toda pasión está en la parte sensitiva del alma, como se prueba en Física VII. Por otra parte, aquellas virtudes que se refieren a las pasiones, como la fortaleza acerca de los temores y las audacias, y la templanza acerca de las concupiscencias, es necesario que, por esa misma razón, estén en el apetito sensitivo. Tampoco es necesario que con motivo de esas pasiones haya alguna virtud en la voluntad, porque el bien en esas pasiones es la conformidad con la razón (quod est secundum rationem). Y la voluntad se relaciona naturalmente con esto [es decir, con el bien conforme a la razón] por causa de su misma naturaleza como potencia, porque es el objeto propio de la voluntad.

FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Cuestón disputada sobre la virtud (Libro) , , Ed.Eunsa, 08/2000 Pamplona V

FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Cuestón disputada sobre la virtud Ed. Eunsa, Pamplona, 2000