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Voluntad > Voluntad como naturaleza > Necesidad y voluntad

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RESUMEN:
La voluntad como naturaleza es la misma inclinación al bien que tiene el hombre, que no puede dejar de tenerla.



TEXTUAL:
RESPUESTA

Hay que decir que hay dos clases de necesidad, según se desprende de las palabras de Agustín en V De Civitate Dei [c.10]: una necesidad de coacción, y ésta de ninguna manera puede darse en la voluntad, y una necesidad de inclinación natural, así decimos que Dios vive necesariamente, y, con esta clase de necesidad, la voluntad si quiere alguna cosa necesariamente. (...)

Ahora bien, la naturaleza y la voluntad están ordenadas de tal modo que la voluntad misma es una naturaleza, pues a todo lo que encontramos en la realidad lo llamamos naturaleza. Por eso, en la voluntad hay que encontrar no sólo lo que es propio de la voluntad, sino también lo que es de la naturaleza. Lo propio de toda naturaleza creada es estar ordenada por Dios hacia el bien, apeteciéndolo necesariamente, con lo que incluso en la voluntad hay un apetito natural del bien que le es conveniente; y además de este apetito [natural] tiene [también] el apetecer algo por propia determinación, no por necesidad, y esto le compete en cuanto que es voluntad. E igual que hay orden de la naturaleza con respecto a la voluntad [un orden natural impreso en la voluntad], también se establece un orden de las cosas que quiere la voluntad por naturaleza, con respecto a las cuales se ordena la voluntad por sí misma y no por naturaleza. Por ello, igual que la naturaleza es el fundamento de la voluntad, lo apetecible que se apetece naturalmente es el principio y el fundamento de todas las demás cosas apetecibles. Ahora bien, entre las cosas apetecibles el fin es el fundamento y el principio de as cosas que son para el fin, puesto que las cosas que son para el fin sólo son apetecidas en razón del fin. En consecuencia, lo que quiere necesariamente la voluntad, como determinada hacia ello con inclinación natural, es el fin último, como la bienaventuranza y las cosas que se incluyen en ella, tales como el existir, el conocimiento de la verdad y cosas semejantes; pero hacia las demás cosas no está determinada necesariamente con inclinación natural, sino por propia disposición y sin necesidad alguna.

Ahora bien, aunque la voluntad quiera el fin último con una inclinación necesaria, de ningún modo se puede conceder que esté obligada a quererlo; pues la coacción es precisamente la inducción de alguna violencia. Y violento, según el Filósofo en el III de la Ética [c.1, 1110a1-b15], es aquello cuyo principio es exterior, sin que el paciente contribuya en nada; como ocurre cuando una piedra es arrojada hacia arriba, porque de ningún modo está inclinada a este movimiento de suyo. Pero, dado que la voluntad misma es una inclinación, pues es un apetito, no puede ocurrir que la voluntad quiera algo y su inclinación no se dirija hacia ello y, así, no puede suceder que la voluntad quiera algo violenta o coaccionadamente, incluso cuando quiere algo con inclinación natural. Queda claro, por tanto, que la voluntad no quiere nada necesariamente con necesidad de coacción; ahora bien, si quiere algo necesariamente con necesidad de inclinación natural.



FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 (Libro) , , Ed.BAC, 2003 Madrid Q. sobre el apetito del bien, Art. 5 Si la voluntad quiere algo necesariamente. (De Veritate, q.22)



FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 Ed. BAC, Madrid, 2003



CLAVES: Voluntad > Voluntad como naturaleza > Necesidad y voluntad
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