Cuando decimos que la razón práctica imita a la naturaleza no queremos decir tanto que lea en la naturaleza y luego opere, sino que opera como lo hace la naturaleza: teleológicamente
cuando decimos que la razón práctica imita a la naturaleza no queremos decir tanto que lea en la naturaleza y luego opere, sino que opera como lo hace la naturaleza: teleológicamente, es decir, atendiendo naturalmente a aquellos fines de los cuales depende la consistencia de la vida humana: los fines de las virtudes.
Ana Marta GONZÁLEZ, Moral, razón y naturaleza, 2ª ed., Eunsa, Pamplona 2006, p. 264