p. 140 El respeto a esta dignidad hace necesaria la culpabilidad, en la que no es tanto el juez o el tribunal el que juzga al reo como el propio delincuente el que se condena a sí mismo, ya que los otros –el tribunal o el juez- le hablan desde lo que él mismo es, es decir, desde lo que todos somos que, por ser de todos, no es de nadie. ¿No has visto cómo la gente se indigna cuando una jovencita es violada y asesinada? No se indignan porque se haya violado la ley, sino porque se ha violado lo que está antes y bajo las leyes, a saber, las exigencias del mundo propiamente humano: esa universalidad siempre presente.