p. 196 Dentro de la polis, como ethos supremo, las diversas actividades que se enmarcan en ella, y las diferentes instituciones o comunidades que se integran en ella, pueden ser calificadas éticamente en función de su colaboración al perfeccionamiento de la polis, y según el grado de excelencia con el que llevan a cabo el tipo de colaboración que les corresponde. Con independencia de su finalidad política, esas actividades e instituciones no pueden ser juzgadas éticamente en la polis.
p. 197 Son muchos los textos de Aristóteles en los que, efectivamente, se señala la supremacía del ethos político y del bien que se alcanza en éste. Integrando comunidades inferiores, como casas y familias, la polis es la comunidad que se ordena a la vida perfecta y suficiente, es decir, a la vida feliz y buena[Política, 1280b, 30-40]. El bien común político es el bien con respecto al cual podemos decir que una cosa es buena o mala en sentido absoluto, y no sólo, buena o mala para alguien en particular[EN, 1152b 2-28]. La referencia al bien de la polis es lo que proporciona la medida moral última de un bien particular. Toda comunidad menor, y, en concreto, la casa, es parte de la polis, y la virtud de la parte debe considerarse en relación con la del todo; por ello, se debe educar a los miembros de esa comunidad con vistas también a lo que exige la vida de la polis[Política, 1260a 13-20.]. El conocimiento político, el saber acerca del perfeccionamiento de la polis, es, en consecuencia, el saber práctico –moral– supremo y directivo, al que se encuentran subordinados los demás saberes[Política, 1282b 15; EN, 1094b 1-5].
p. 193 Las exigencias éticas que el ethos familiar plantea a un padre o una madre, sólo pueden ser determinadas de manera acabada desde la perspectiva que representa la polis en que esa familia se encuentra integrada. En virtud de esta integración, esos padres pueden tener, entre sus obligaciones familiares, la obligación de enviar a sus hijos a la escuela; de prohibirles coger el coche mientras no tengan licencia de conducir, aunque sepan conducir; o de renunciar a la seguridad de la vida de sus hijos cuando la defensa de la polis exija su movilización.
p. 195 La "justicia" de los componentes de una banda de ladrones, que se reparten el botín de manera escrupulosamente equitativa, no es auténtica virtud porque el ethos al que corresponde y al que perfecciona tal excelencia, no puede ser integrado en el ethos constituido por una sociedad organizada según el principio de la propiedad privada. Esa cualidad, que hace del individuo un excelente compañero en el robo, no colabora, obviamente, a la unidad de la vida de un individuo que es objetivamente un ciudadano.
p. 205 (...) Indefectiblemente, el nuevo ethos político, al englobar e integrar los ethoi precedentes, los modifica y redefine, estableciendo una nueva medida para las exigencias éticas de cada uno de ellos. (...)
p. 217 La polis es el ethos supremo, comprehensivo o arquitectónico, en el que la vida humana cobra una nueva forma –forma política–, pues en él, el vivir del hombre pasa a consistir en nuevas actividades y en formas nuevas de desarrollar las que pudieran darse sin la polis. Vivir políticamente es adoptar la polis como marco configurador de nuestro modo de perseguir los bienes humanos y del tipo de bienes que, en consecuencia, podemos alcanzar.