p. 57 Entre las comunidades por las que se interesa el comunitarismo, destacan las comunidades culturales. Por esta razón, los comunitaristas han prestado una viva atención al fenómeno del multiculturalismo. Frente al liberalismo, que postula el reconocimiento universal de iguales derechos individuales para individuos homogéneos y abstractos, el comunitarismo propone otras formas de proceder, que se sitúan en lo que Taylor ha denominado "política del reconocimiento" o "política de la diferencia"[46]. Tomar en serio las diferencias culturales y preservar las comunidades en las que se viven esos rasgos diferenciadores, exige atribuir derechos diferentes a comunidades culturales diferentes. Desde esta postura, el universalismo de los iguales derechos humanos y de la igual identidad humana es acusado de constituir un falso universalismo, que encierra en el fondo un particularismo disfrazado: el de la cultura liberal dominante.
Frente a ese falso universalismo, lo que se reivindica, como real, es la particular identidad que se adquiere en esas comunidades: la identidad cultural. Y esta identidad se presenta como el fundamento y la medida de los derechos atribuibles en el marco de un Estado que –como hemos visto– sigue siendo una estructura legal-formal que garantiza derechos.
Por lo tanto, los derechos que la política del reconocimiento reclama, aunque sean derechos de comunidades, siguen siendo concebidos y esgrimidos de manera liberal. Son derechos que, supuestamente, dimanan de una identidad que, aunque ahora es común y no sólo individual, sigue siendo, supuestamente, previa e independiente respecto de lo político. (...)