p. 27 El liberalismo –señala Gobetti– separa radicalmente moral y política porque utiliza como único criterio identificador la coercibilidad: es político aquello que puede ser impuesto; es moral aquello que no puede ser objeto de imposición. De este modo, la moral queda privatizada, despolitizada, y la política queda desmoralizada; de tal manera, que la "virtud política" se convierte en una expresión contradictoria. La moral queda privatizada en cuanto que se convierte en el compendio de todas aquellas valoraciones particulares, libres y subjetivas, sobre las que no cabe un juicio público de corrección. (...)
Esta determinación reductiva de lo político, mediante el criterio de la coercibilidad, se debe, en el fondo, a haber tomado, como punto de partida para la concepción y construcción de lo político, la autonomía del individuo, tomada ésta como un valor originario y constituido previamente a la presencia de lo político. Lo político resulta ser, por tanto, la limitación de esa autonomía –coerción–, que es necesaria para garantizar el máximo posible de autonomía individual.
Daniela GOBETTI, Private and Public. Individuals, households and body politic in Locke and Hutcheson, Routledge, London, 1992, pp. 156-158