p. 138 Todo esto implica claramente que la razón práctica sólo versa sobre los medios. Toda elección es por un fin, pero el fin mismo no es objeto de elección ni de deliberación90. Como principio del conocimiento práctico, el fin es punto de partida y presupuesto de este conocimiento. Si la deliberación versara también sobre el fin, la deliberación sería infinita por lo que respecta a su punto de partida, y la acción sería por tanto imposible91. Como advierte Santo Tomás, el fin de una operación puede ser objeto de deliberación y elección, en la medida en que ese fin se ordena a su vez a otro; pero esto significa que un fin es deliberable y elegible en cuanto que puede ser considerado como medio respecto de otro fin, que es el único que, en el momento, es tomado en cuanto fin y, por esto, el fin último es absolutamente no–deliberable, pues no puede ser medio respecto de ningún otro fin92.
90. EN 1095a 14-23; EE 1227a 6-9; ST, I-II, q. 13, a. 3, c.; q. 14, a. 6, c.; q. 15, a. 3, c.; In III Ethic., n. 446.
91. ST, I-II, q. 14, a. 6, c.
92. ST, I-II, q. 13, a. 3, c.