RESUMEN:
Un acto es bueno cuando por medio de él el agente se aproxima a la plenitud de su forma, y puesto que el fin de todo lo creado es reflejar la bondad divina, cosa que ninguna criatura puede lograr por su cuenta, sino es en comunión con el conjunto, resulta que sólo la inserción armónica en el todo de la creación cada criatura encuentra su forma, que consiste en estar adecuadamente dispuesta hacia el todo del que cada uno forma parte.
TEXTUAL:
CAPÍTULO 113 Del doble principio de acción, y de qué modo y en qué cosas puede haber defectos
§222. Hay ciertas acciones cuyo principio no es la naturaleza, sino la voluntad, que tiene por objeto y por fin principal el bien, y, de una manera secundaria, lo que se relaciona con ese fin. La operación de la voluntad es, con relación al bien, lo que la operación natural con respecto a la forma en cuya virtud obra una cosa. Y así como no puede haber defecto en las acciones naturales de aquellas cosas que no sufren menoscabo según sus formas, sino solamente en las cosas corruptibles, que pueden perder sus formas; así los actos de la voluntad podrían sufrir defecto en aquellas cosas en las que la voluntad pudiera extraviarse de su fin. Pero, ya que la voluntad no puede apartarse de su fin, está claro que no puede sufrir menoscabo en la acción voluntaria.
La voluntad, por tanto, no puede fallar respecto del bien, cuando éste es la propia naturaleza del volente, pues cada cosa apetece a su manera la perfección de su ser, que es su bien; pero puede fallar con respecto al bien exterior una vez que haya alcanzado el bien que le es connatural. No puede, pues, haber falta o defecto en la acción voluntaria de aquel que tiene a su naturaleza misma por fin de su voluntad.
Esto es propio sólo de Dios, porque su Bondad, que es el fin último de las cosas, es su misma naturaleza. En cuanto a los demás seres volentes, su naturaleza no es el fin último de su voluntad, y, por lo mismo, puede sobrevenir en ellos un defecto de la acción voluntaria cuando la voluntad permanece fija en un bien particular y no se dirige ulteriormente al sumo Bien, que es el Fin último. En todas las substancias intelectuales creadas puede, por consiguiente, sobrevenir un defecto o menoscabo de la acción voluntaria.
FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Compendio de Teología (Libro) , , Ed.Rialp, 1980 Madrid Libro I: [Sobre la Fe]; Parte I: [Sobre Dios uno y Trino]; Tratado III: [Sobre las obras de Dios], Secc.2ª [Sobre el gobierno del mundo]
FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Compendio de Teología Ed. Rialp, Madrid, 1980 (1269)
CLAVES: Acto humano > Causa de la bondad del acto humano