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Fin último de todo lo creado > En cuanto cada cosa apetece su perfección apetece al mismo Dios

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RESUMEN:

Al igual que la causa eficiente segunda obra en virtud de la causa eficiente primera, la causa final segunda (esto es, la más próxima al agente) atrae en virtud de la causa final última, y por eso, todo lo que nos atrae es porque o conduce o se parece al fin último, que es la causa última de todo apetito, y por tanto, lo único que es apetecido por sí mismo. Sto. Tomás dice que todas las criaturas apetecen a Dios IMPLÍCITAMENTE, y sólo la criatura racional es capaz de apetecerlo EXPLÍCITAMENTE


TEXTUAL:

PERO EN CONTRA [de los que niegan que todas las cosas apetezcan a Dios]


1. Está que Agustín dice en el libro Soliloquios: "Ama a Dios todo lo que puede amar"; y todas las cosas pueden amar, porque todas apetecen el bien; luego todas apetecen a Dios.


2. Cada uno ama su propio fin, por causa del cual existe; y todas las cosas están ordenadas a Dios como al fin, pues se dice en Prov. 16,4: "El Señor ha hecho todas las cosas por causa de sí mismo". Luego todas las cosas apetecen a Dios por naturaleza.



RESPUESTA: Hay que decir que todas las cosas apetecen a Dios implícitamente, no explícitamente. Para verlo con claridad hay que saber que la causa secundaria sólo puede influir en su efecto en la medida en que recibe la virtud de la primera causa. Ahora bien, igual que el influir de la causa eficiente es obrar, el influir de la causa final es ser apetecida o ser deseada; y por eso, igual que el agente secundario sólo obra si existe en él la virtud del primer agente, el fin secundario es apetecido sólo si existe en él la virtud del fin principal, es decir, en cuanto que está ordenado a él o tiene su semejanza. Por consiguiente, igual que Dios obra en todo agente por ser la primera causa eficiente, por ser el último fin es apetecido en todo fin; y esto es apetecer a Dios implícitamente, pues la virtud de la causa primera [en este caso, de la causa final primera] está en la segunda [en la causa final segunda] igual que los principios en las conclusiones. Pero resolver las conclusiones en los principios o las causas segundas en las primeras sólo es propio de la potencia racional. Por tanto, sólo la naturaleza racional puede ordenar los fines secundarios a Dios por una vía de resolución, para así apetecer a Dios explícitamente. E igual que en las ciencias demostrativas sólo se conoce rectamente la conclusión mediante la resolución en los primeros principios, el apetito de la criatura racional sólo es recto mediante el apetito explicito, en acto o en hábito, de Dios mismo.



FUENTE:

DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 (Libro) , , Ed.BAC, 2003 Madrid Q. sobre el apetito del bien, art.2 Si todas las cosas apetecen a Dios mismo (De Veritate, q.22)


FUENTE AMPLIADA:

DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 Ed. BAC, Madrid, 2003


CLAVES: Fin último de todo lo creado > En cuanto cada cosa apetece su perfección apetece al mismo Dios

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