«quien tenga el propósito de vivir [como recomienda la ética estoica] de acuerdo con la naturaleza [convenienter naturae] debe partir de la consideración de todo el mundo y de su sistema de administración. Y ciertamente nadie puede juzgar con rectitud acerca del bien y del mal si no conoce bien el sistema de la naturaleza [omni ratione naturae] y de la vida, incluso la de los dioses, y del acuerdo o desacuerdo de la naturaleza humana con la universal [utrum conveniant necne natura hominis cum universa].[1]
[1] Cicerón, De Finibus bonorum et malorum, III, 26, 31, 34; ver también De Republica, III, 33