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Dios crea sobre todo en vista del hombre

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Para comprender la creación desde la perspectiva cristiana, que es la de Santo Tomás, es preciso ante todo comprender el sentido de la creación: ¿Para qué crea Dios? Dios crea ante todo y principalmente seres intelectuales que puedan conocerle y relacionarse con él por el amor, y en vista de ellas crea todo lo demás. Decir que Dios crea para “manifestar su bondad” a otras criaturas no tendría sentido si nadie pudiera percibir su bondad en cuanto tal, y eso sólo pueden hacerlo seres intelectuales. Steven Jensen expresa esta idea de la siguiente manera: «God wishes to share his good with a potential intellectual nature, like ours, then this nature must have the various powers that we find ourselves to have. God is not constrained to make such a nature, but if he wishes to share his good, then this is the nature he wishes to make». JENSEN, Steven, Knowing Natural Law, CUA, Washington, 2015, p. 228. Por otra parte, para el Aquinate, el acto de “crear” no es hacer cualquier cosa, sino hacer partícipe del ser divino a una nueva realidad. Cuando Tomás explica la etimología de “participar” dice que es “tomar una parte” (Est autem participare quasi partenm capere). (In Boeth. De Hebd., lect 2; cfr. También In Ep. Ad Hebr., c. VI, lect. 1.). Parece decir una cosa obvia, pero con ello quedan claras dos cosas: primero que toda realidad creada es cierta imagen del ser divino, y segundo que toda realidad creada pende de Dios no sólo en su origen sino en su propio existir, porque se mantiene en el ser en la medida en que toma parte, participa, del ser divino. Participar es tener parcialmente el acto de ser que Dios posee plenamente. Conviene, sin embargo, no perder de vista que estamos hablando de una participación transcendental, y no de una participación predicamental. La participación de la criatura en el ser divino es una participación trascendental, que se caracteriza poque lo que se participa (Dios) preexiste a los participantes (las criaturas). La participación predicamental, en cambio, es aquella en la que lo participado no tiene existencia propia y sólo existe en los participantes, como es el caso de la especie respecto a los individuos. Cf. GONZÁLEZ, Ángel Luis, Ser y participación, Eunsa, Pamplona (1979), 2001, pp.211- 222

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