REQUERO, José Luis (*), “Eliminar el sufrimiento, no al que sufre”, en La eutanasia en España (A. Masferrer, ed.), Rialp, Madrid, 2021
p. 68 fue el Comité de Bioética de España, órgano estatal y consultivo, adscrito al Ministerio de Sanidad y Bienestar Social. Este órgano aprobó un informe — ojo, por unanimidad —, en el que no dudaba en decir que la eutanasia y / o el auxilio al suicidio no son signos de progreso sino un retroceso de la civilización. El informe es accesible: se teclea http: / / www.comitedebioetica.es
p. 69 Pocos días después, 162 juristas, políticos y numerosos profesores y académicos de más de treinta universidades españolas, publicaron un manifiesto bajo un título que rebosa sentido común: « Eliminar el sufrimiento sí, pero eliminar al que sufre no. Detengamos la ley de la eutanasia ».
p. 70 Hace tiempo recomendé la lectura de Seducidos por la muerte, de Herbert Hendin, catedrático de Psiquiatría. No es una novela de terror, ni de ciencia ficción: es un amplio reportaje sobre la realidad de la eutanasia legal, en especial Holanda, un país teóricamente civilizado, europeo, que vive la realidad de enfermos o ancianos que optan por huir ante la hipótesis de que otro disponga que sus vidas ya no merecen ser vividas.
p. 70 tanatólogos, personajes expertos en provocar no solo la muerte, sino juzgar cuándo alguien está mejor muerto que vivo
REQUERO, José Luis, “Por el mismo camino”, en La eutanasia en España (A. Masferrer, ed.), Rialp, Madrid, 2021:
p. 71 Para más ironía, la ley de la eutanasia — léase suicidio asistido, o ley del homicidio piadoso — se publicó en el BOE del 25 de marzo, justo el Día de la Vida. [cuando el mudo cristiano celebra la solemnidad de la Encarnación, día en que Dios asume como propia la "vida humana", justo nueve meses antes del día de Navidad]
p. 72 [eufemismo sobre la autonomía] No escatima palabras y machaconamente dice que la decisión, aparte de informada, debe ser “ libre ”, “ voluntaria ”, “ autónoma ”, “ consciente ”, “ individual ”, “ madura ”, “ genuina ”, “ inequívoca ”, sin “ presión externa ”, sin “ intromisiones, injerencias o influencias indebidas ”.
p. 73 qué límites se fijarán para el “padecimiento grave, crónico e imposibilitante” justificativo del suicidio y que puede llevar a una suerte de “ suicidio libre ”, como el peligro para la salud psíquica de la madre llevó al aborto libre; o que el médico responsable sea quien decide solicitar el suicidio de personas sin plenitud de facultades carentes de representante,
p. 73 En cuanto al control judicial de las Comisiones, solo son impugnables sus decisiones desfavorables al suicido, luego respecto de las favorables su bondad jurídica — que se basa en un juicio tanto ético como de bondad médica — queda a lo que decida cada Comisión por sí y ante sí; de ahí lo relevante de cómo y con qué criterios se elige a sus miembros.
p. 74 , conceptos tan vaporosos como “ padecimiento grave, crónico e imposibilitante ” o de “ enfermedad grave e incurable ”, vaticinan una senda de laxitud de la mano de un nuevo médico proeutanasia, especializado en suicidar o sugerir el suicidio o presumir el deseo o juzgarlo pertinente.
(*) José Luis Requero Ibáñez (Madrid, 1959) es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Ingresó en 1982 en la Carrera Judicial. En 1987 ascendió a la categoría de magistrado y en 2014 fue nombrado magistrado del Tribunal Supremo. Entre 2001 y 2008, fue vocal del Consejo General del Poder Judicial. De 1990 a 2001, fue profesor asociado del Departamento de Derecho Administrativo de la Universidad Autónoma de Madrid. Desde 2010, es presidente del Jurado Territorial de Expropiación Forzosa de la Comunidad Autónoma de Madrid. Ha sido director de Cursos de Verano en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad Menéndez Pelayo; director y ponente de cursos de formación del CGPJ y autor de numerosos trabajos sobre temas jurídicos. Es colaborador en diversos diarios nacionales y miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación Profesional de la Magistratura (1989-2001). Ha sido galardonado con la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort.