By Diego Poole
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Frente al relativismo dominante, que no sabe identificar los valores humanos, y por tanto no es capaz de establecer una jerarquía entre los bienes en juego, se hace más necesario que nunca hallar de nuevo un común denominador de principios morales, basados en la estructura misma del hombre, de la sociedad y del mundo, que sirvan como criterios básicos para legislar sobre (e identificar) los problemas fundamentales que afectan a los derechos y deberes de los hombres, y establecer su jerarquía. Esta es precisamente la cuestión del desconocimiento de la ley natural que abordamos en el presente trabajo.
Siendo el relativismo el principal disolvente de la idea de ley natural, el relativismo no es un argumento contra la ley natural, sino la carencia de argumentos para defender cualquier cosa, la apología de la inutilidad del discurso racional. Por eso en este trabajo diferenciamos por un lado el relativismo, y por otro, los argumentos contra la ley natural.
En virtud del poder político conferido por los ciudadanos, el gobierno puede imponer límites a los derechos y libertades. La cuestión es qué tipo de limitaciones y en qué condiciones. La respuesta no la encontraremos sólo en el derecho administrativo y constitucional. Hace falta filosofía moral y política, filosofía del derecho. Y eso es lo que vamos a hacer en este trabajo. A primera vista parecerá que nos alejamos demasiado de los problemas concretos, pero precisamente lo que falta es perspectiva, levantar un poco la mirada y ver el cuadro en su conjunto. Si no, es imposible juzgar sobre la justicia o injusticia de las medidas que se han tomado y que se puedan tomar, amparados en una situación de pánico casi colectivo, como fue la generada por el covid en el año 2020.
Diego Poole