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Por qué Dios crea individuos pertenecientes a especies y no individuos que agoten su especie

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Según Santo Tomás de Aquino, Dios crea las especies y no únicamente individuos aislados porque su intención al crear es comunicar su bondad y sabiduría de la manera más perfecta posible. Ninguna criatura individual puede reflejar plenamente la perfección divina, por lo que la multiplicidad de naturalezas permite que el conjunto del universo manifieste de modo más completo la riqueza del Creador. La especie, entendida en sentido aristotélico-tomista, expresa la forma o esencia común que da unidad y orden a los individuos, mientras que la materia es el principio de individuación. Si Dios crease solo individuos singulares sin una naturaleza compartida, el universo carecería de estructura inteligible y de la jerarquía que revela su sabiduría. Así, la diversidad de especies constituye una armonía ordenada, en la que cada una refleja un aspecto particular de la bondad divina, de modo que el todo del cosmos participa más perfectamente de su perfección infinita (cf. Suma Teológica, I, q.47, a.1-2).

I,q.47 a.1, s. (...)Por lo tanto, hay que decir: La diversificación y la multitud de las cosas proviene de la intención del primer agente, que es Dios. Pues produjo las cosas en su ser por su bondad, que comunicó a las criaturas, y para representarla [su bondad] en ellas. Y como quiera que esta bondad no podía ser representada correctamente por una sola criatura, produjo muchas y diversas a fin de que lo que faltaba a cada una para representar la bondad divina fuera suplido por las otras. Pues la bondad que en Dios se da de forma total y uniforme. en las criaturas se da de forma múltiple y dividida. Por lo tanto, el que más perfectamente participa de la bondad divina y la representa, es todo el universo más que cualquier otra criatura. Y porque la causa de la diversificación de las cosas se debe a la sabiduría divina. Moisés dice que las cosas han sido hechas distintas en la Palabra de Dios, que es la concepción de la sabiduría. Esto es lo que se dice en Gen 1.3-4: Dijo Dios: Hágase la luz. Y separó la luz de las tinieblas.


I,q.7.a2. s. (...) De este modo hay que decir: Así como la sabiduría de Dios es la causa de la diversificación de las cosas, también lo es de su desigualdad. Esto se demuestra de la siguiente manera. Hay una doble diversificación en las cosas: 1) Una, formal. que es la que se da en aquellas cosas que se diferencian en la especie. 2) Otra, material, que se da en aquellas cosas que se diferencian solamente en el número. Como quiera que la materia se debe a la forma, la diversificación material se debe a la formal. De ahí que nosotros podamos observar que en las cosas incorruptibles no hay más que un individuo de una especie, porque la especie se conserva de modo suficiente en uno solo. No obstante, en los seres sometidos a generación y corrupción, hay muchos individuos de una especie para conservar la especie. De lo cual se deduce que. principalmente, hay una diversificación formal más que material. La diversificación formal requiere siempre desigualdad porque, como se dice en VIII Metaphys.1, las formas de las cosas son como los números, en los cuales las especies varían según el aumento o disminución de la unidad. Por eso. en las cosas naturales, parece que las especies están ordenadas escalonadamentec. Así. los compuestos son más perfectos que sus elementos, y las plantas más que los minerales, y los animales más que las plantas, y los hombres más que los otros animales. Así. en cada uno de ellos se encuentra una especie más perfecta que la de los otros. Por lo tanto, así como la sabiduría divina es causa de la diversificación de las cosas por la perfección del universo, así también es causa de la desigualdad. Pues el universo no sería perfecto si en las cosas no hubiera más que un srado de bondad.


Qué dice chagpt sobre esta cuestión:

1. La creación busca reflejar la perfección divina

Para Santo Tomás, Dios crea por bondad, no por necesidad. El fin de la creación es manifestar su perfección infinita en una multiplicidad de seres finitos.

“Como la bondad divina no puede ser representada adecuadamente por una sola criatura, Dios creó muchas y diversas” (S. Th., I, q.47, a.1).


2. Las especies expresan formas comunes, los individuos las concretan
  • La especie expresa una forma o naturaleza común (por ejemplo, “humanidad”).

  • Los individuos concretan esa forma en materia distinta (Pedro, Ana, Juan...).

La especie es, por tanto, una forma inteligible y estable, mientras que los individuos son las realizaciones múltiples de esa forma. Si existiera un solo individuo por especie, esa forma quedaría insuficientemente representada en la realidad, porque se manifestaría de un modo único y limitado, y además, la especie desaparecería con la muerte del individuo.

Dicho en términos tomistas: la especie representa la esencia, pero los individuos multiplican su participación en el ser, haciendo más completa la representación del plan divino.

3. Por qué no basta un solo individuo que “agote” la especie

Santo Tomás diría que ningún individuo finito puede agotar la riqueza de su forma o naturaleza, porque:

  • Cada individuo participa limitadamente del ser.

  • La forma (esencia) tiene una virtualidad más amplia que la que puede realizar un solo sujeto.

  • La multiplicidad de individuos permite que la naturaleza se despliegue en su plenitud a través de diversas configuraciones materiales.

Por ejemplo:

La “humanidad” se manifiesta más plenamente en la pluralidad de personas humanas, porque cada una realiza la forma común de un modo singular y limitado.


4. El orden del universo exige pluralidad

Para Santo Tomás, el universo es un orden jerárquico en el que cada naturaleza ocupa un lugar determinado. Este orden se perfecciona con la multiplicidad de individuos dentro de cada especie, porque:

  • Asegura la continuidad de la existencia de la especie (por reproducción y sucesión).

  • Contribuye al bien común del universo, que depende de la interrelación de muchas causas y efectos.

  • Manifiesta la sabiduría ordenadora de Dios, que no obra por azar, sino por proporción y armonía.

5. En síntesis

Aspecto

Explicación según Santo Tomás

Razón principal

Ningún individuo finito puede reflejar toda la perfección de su especie

Sentido de la multiplicidad

Los individuos multiplican la participación en la forma común

Relación con la bondad divina

La diversidad de individuos manifiesta mejor la riqueza del Creador

Continuidad de la especie

La pluralidad garantiza continuidad de la especie

Conclusión

Dios crea individuos pertenecientes a especies, porque la plenitud del ser se manifiesta en la multiplicidad ordenada, no en un solo ejemplar perfecto


Según Santo Tomás de Aquino, Dios crea individuos pertenecientes a especies y no individuos que agoten por sí mismos su especie, porque ningún ente finito puede reflejar plenamente la perfección de su naturaleza, y porque si no, muerto el individuo se acabó la especie. La forma específica —por ejemplo, la humanidad— posee una virtualidad que excede la capacidad de cualquier individuo singular; de ahí que la multiplicidad de individuos sea necesaria para que la esencia se manifieste en toda su riqueza. Cada individuo participa de la forma común de un modo limitado y particular, de manera que la pluralidad no es un defecto, sino una expresión más completa del orden querido por la sabiduría divina. Así, la diversidad de individuos dentro de cada especie contribuye al bien del universo y a la manifestación más perfecta de la bondad de Dios (S. Th., I, q.47, a.1-3).

Contraste con Ockham

Para Ockham, lo que ocurre en el entendimiento cuando conoce no depende en absoluto de lo que sea la cosa en sí misma. La universalidad de lo concebido por el entendimiento se basa, por lo tanto, únicamente en el hecho de la predicación; es decir, algo es universal cuando se dice de muchos, simplemente por el hecho de decirlo, y no porque este decir exprese lo que la cosa es. Así, lo que llamamos concepto de una cosa no es, según este autor, el verbo interior que manifiesta o expresa su esencia, sino un nombre al que se ha convenido en referirse por acuerdo voluntario para designar un individuo o un conjunto de individuos. El universal que Ockham reconoce como tal es solamente el que se dice de varios individuos que coinciden en la intención del nombre singular


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