p.55 [racionalismo ético] En el pensamiento moderno y secularizado, la concepción legalista y juridizante de la moral fue favorecida por la experiencia del desacuerdo religioso y moral, vivida como el problema principal y más urgente de la ética. Ante la pluralidad discordante de doctrinas, el hombre moderno sentía la necesidad apremiante de una orientación moral explícita, neta y precisa, que la apelación aristotélica a la virtud parecía no poder dar. Hacía falta, pues, una moral codificable, de leyes exactas, cuya aplicación no dejara margen a la interpretación y cuyo cumplimiento fuera comprobable con evidencia98. Tenía que tratarse, claro está, de leyes incuestionables, que compusieran un núcleo moral universalmente válido, reconocible y asumible al margen de toda condición religiosa y moral del hombre. Esto dependía de la rigurosa racionalidad de esas leyes, de la solidez lógica del modo de obtenerlas y formularlas. La filosofía moral se convertía en la ciencia de la obtención de tales leyes, y el sistema normativo compuesto por éstas pasaba a ser entendido por el racionalismo como la ley natural. Nota 98: J. B. Schneewind, “The misfortunes of virtue”, en Roger Crisp and Michael Slote, op. cit., pp. 182-185; Giuseppe Abbà, op. cit., pp. 105-107