p. 53 . Si –como ocurre en el deontologismo– se hace de la ley lo primordial y absoluto, y la virtud se valora, por tanto, en cuanto nos ayuda a cumplir la ley, a obrar “moralmente”, la ley no sólo tiene que ser categórica, sino que es imposible de justificar. Pero si se entiende que es la ley la que se ordena a la virtud, es necesario justificar la virtud, para que la ley quede justificada por su ordenación a ésta.