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Conciencia > Qué es

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RESUMEN:
La conciencia es la aplicación del propio conocimiento a los actos que hemos hecho o pensamos hacer. Y esta aplicación del propio conocimiento o ciencia a tales actos se puede hacer de tres modos: 1º Para saber si ciertamente hemos hecho algo o lo estamos haciendo; en este sentido decimos por ejemplo "no tengo conciencia de haber hecho eso", o "soy consciente de lo que me estás diciendo"; 2º Para saber si tenemos que hacer o no algo; y 3º Para saber si lo que ya hemos hecho estaba bien o mal. Por la conciencia aplicamos o bien la memoria a indagar en lo que hemos hecho, o la atención a las palabras que estamos oyendo (primer caso), o aplicamos los hábitos de la razón operativa (la sindéresis, la sabiduría, o la ciencia, uno o los tres conjuntamente) para saber si algo teníamos que hacerlo o no (es decir, proyectamos la acción sobre los principios para ver si son conducentes o no son conducentes a los fines que tales hábitos establecen)



TEXTUAL:
¿La conciencia es potencia, o hábito, o acto?

RESPUESTA:

Ha de responderse que algunos [cf. Summa fr. Alexandri I-II, n.421 y Bonaventura [Super Sent., II, d.39 a.1, q.1] dicen que la conciencia puede decirse de TRES MODOS. La conciencia se toma, unas veces, por la cosa de que se tiene conciencia, como también se toma la fe por la cosa creída; otras, por la potencia por la que somos conscientes; y otros dicen que también a veces se toma por el acto [Alberto Magno, De Conscientia, II, a.1, sol.]. Y la razón de esta distinción parece estar en que como existe un acto de la conciencia y, en el acto [al considerar el acto], se consideran el objeto, la potencia, el hábito y el acto mismo, sucede a veces que una palabra se aplica equívocamente a estos cuatro elementos. Así, la palabra entendimiento significa, unas veces, la cosa entendida, como se dice que las palabras significan entendimientos; otras, la potencia intelectiva misma; otras, cierto hábito; y, otras, el acto. En estas denominaciones hay que atenerse al modo usual de hablar. "Los nombres han de emplearse según el uso", dícese en Tópicos II [C.2, 110a16]. A veces, según el habla, se toma la conciencia por la cosa consabida. Así se dice: "te abro mi conciencia", esto es, lo que hay en mi conciencia. Pero este nombre no puede atribuirse propiamente ni a la potencia ni al hábito, sino sólo al acto, en cuyo significado coincide todo lo que decimos de la conciencia.



Hay que saber que sólo es usual que el mismo nombre se predique del acto, de la potencia y del hábito, cuando un acto es propio de alguna potencia o del algún hábito, como el ver es propio de la potencia visiva; y el saber en acto, del hábito de la ciencia. De ahí que la vista designe, unas veces, la potencia; otras, el acto; y, de igual modo, la ciencia. Si se da un acto que conviene a muchos o a todos lo hábitos o potencias, no es usual designar con el nombre del acto a ninguna potencia o a ningún hábito, como es patente en la palabra "uso", que significa el acto de un hábito. El acto de cualquier hábito y potencia es uso ciertamente de aquello de lo que es acto [de aquel hábito o de aquella potencia]. Así la palabra uso significa acto y, de ninguna manera, potencia o hábito. Y lo mismo parece suceder en el caso de la conciencia. El nombre conciencia significa la aplicación de la ciencia a algo: dícese consaber como saber conjuntamente. Toda ciencia puede aplicarse a algo. Y, así, la conciencia no puede significar ningún hábito o potencia especiales: significa el acto mismo, que es la aplicación de cualquier hábito o de cualquier conocimiento a un acto particular.



Un conocimiento se aplica a un acto de dos modos: primero, según que se considera si el acto es o fue; segundo, según que se considera si el acto es recto o no es recto. Según el primer modo de aplicación, decimos que tenemos conciencia de un acto, cuando sabemos que aquel acto se hizo o no se hizo. Es así usual el decir que no tengo conciencia de que se hizo, esto es, ignoro si se hizo o no se hizo. Según este modo de hablar, se entiende lo que se halla en Gén 43,22: "No está en nuestras conciencias quién puso el dinero en nuestros sacos". Y en Ecl 7,23: "Tu conciencia sabe que, con frecuencia, has maldecido a otros". Dícese en este caso que la conciencia testifica algo, Rom 9,1: "mi conciencia da testimonio", etc. El segundo modo de aplicación del conocimiento al acto para saber si es recto tiene dos procedimientos: uno, cuando, por el hábito de la ciencia, nos dirigimos a hacer o a no hacer algo; otro, cuando ya ejecutado el acto, juzgamos si el acto es recto o no es recto según el hábito de la ciencia. Y este doble camino en lo operativo se distingue según el doble camino que se hace también en lo especulativo, es decir el camino de la búsqueda y el de juzgar, pues el procedimiento por el que, mediante la ciencia, mira, aconsejando, qué ha de hacerse, es semejante a la invención por la que, desde los principios, investigamos las conclusiones, y el procedimiento por el que examinamos o discutimos si es recto lo que hicimos, es como el juicio por el que las conclusiones se resuelven en los principios. Para ambos modos de aplicación empleamos el nombre conciencia. Cuando la conciencia se aplica al acto para dirigirlo, se dice que la ciencia instiga, o induce, u obliga; según que la ciencia se aplica al acto para examinar lo que se hizo, dícese que la conciencia acusa o remuerde, cuando se halla que lo hecho está en discordancia con la ciencia según la que se juzga; que defiende o excusa, cuando se halla que lo hecho se realizó según la forma de la ciencia. [es decir cuando uno ve que las decisiones tomadas son conducentes al fin, es decir son congruentes con el principio operativo, entonces la conciencia defiende o excusa la acción; en cambio, cuando uno ve que no es conducente al fin, entonces reprende]



Hay que saber que, en la primera aplicación por la que la ciencia se aplica al acto para saber si se hizo, es una aplicación al acto particular del conocimiento sensitivo, por ejemplo, de la memoria por la que recordamos lo que se ha hecho; o del sentido por el que percibimos este acto particular que ahora estamos haciendo. En las aplicaciones segunda y tercera, por las que reflexionamos sobre lo que ha de hacerse o examinamos lo ya hecho, se aplican al acto los hábitos de la razón operativa, es decir, el hábito de la sindéresis, y el hábito de la sabiduría en el que la razón superior alcanza su perfección; y el hábito de la ciencia en el que alcanza su perfección la razón inferior, se apliquen todos ellos a la vez o sólo uno de ellos. Según estos hábitos examinamos lo que hicimos y según ellos reflexionamos sobre lo que hemos de hacer. El examen no es sólo de lo hecho, sino también de lo que ha de hacerse; el consejo, sin embargo, es sólo de lo que ha de hacerse.



FUENTE:
DE AQUINO, Tomás: Cuestiones de la sindéresis y la conciencia (Libro) , , Ed.BAC, 2003 Madrid Cuestión sobre la Conciencia, Art. 1 ¿La conciencia es poencia, o hábito o acto? [De Veritate, q.17]



FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomás: Opúsculos y cuestiones selectas, vol. 2 Ed. BAC, Madrid, 2003



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