La naturaleza no se comprende descomponiéndola hasta sus elementos más simples. La naturaleza de una cosa está al final

HADJADJ, Fabrice: Por fin la naturaleza, dijo ella, en en AAVV: Qué es la naturaleza, Ed. Rialp, Madrid 2023 (la versión original Qu´est-ce que la naturae? Suivi de "enfin la nature!" dit-elle" es de 2022),
p. 70 Pero hay otra razón para esta ocultación. Responde a lo que constituye esencialmente el genio moderno. Este genio —podría decir «esta ingeniería»— se interesa en el «cómo» más que en el «porqué». Objetiva la naturaleza según un esquema funcional y permite una ciencia «útil para la vida», según el proyecto de Descartes —una tecnociencia que permite dominar, reparar, incluso mejorar al viviente, tal como se hace en una máquina—. Su modo de explicación es descomponer una forma en sus distintos elementos, y por tanto reducir lo superior a lo inferior, a fin de intervenir Explicar la vida, según este enfoque, es captar el sustrato fisicoquímico, y no la sustancia específica, y poder trabajar en el Mecano de las moléculas, de los genes, de las partículas elementales.

Así los modernos explican lo superior por lo inferior, mientras que el primer impulso de la inteligencia en su encuentro con la naturaleza es explicar lo inferior por lo superior. Allí donde los modernos tienden a reconducir todo al principio de inercia (la naturaleza humana, según Hobbes, se mueve esencialmente por el instinto de conservación), Aristóteles ve en la piedra que cae la forma más básica del deseo. Para él, las plantas y los demás animales son ya bosquejos de lo humano. Esta aparente ingenuidad contiene una sagacidad profunda: no son los elementos constitutivos, sino el fin —el «esto con vistas a qué»— lo que proporciona la explicación más elevada. El ADN no explica el pavo real, es el pavo real el que explica su ADN —de la misma manera que es una bella obra poética lo que proporciona el porqué de la gramática y del alfabeto—.
Para los modernos, lo natural coincide con lo nativo, con lo elemental, porque se trata de poder descomponer y recomponer las cosas. Para los antiguos, lo natural se distingue de lo nativo, es lo que se manifiesta, no al principio, en el estadio embrionario o molecular, sino al final, en la forma que alcanza su plena madurez en ejercicio («¡Por fin la naturaleza!»).

Luis de Bonald lo ha subrayado con fuerza en una página donde enfrenta lo «nativo» con lo «natural»:
"El estado imperfecto de un ser no es pues el estado natural, sino el estado nativo u original: y esta distinción es fundamental. [...].
"Aquí está la gran querella de la filosofía moderna contra la razón. J.-J. Rousseau pone el estado natural del hombre individual o social en el estado nativo o imperfecto. De ahí su afectada predilección por los niños, al menos por los de los demás; y su admiración insensata por el estado salvaje. [...]
«Algunos filósofos —dice muy bien el gran Leibnitz— ponen la naturaleza en el estado en que tiene lo menos de arte, no prestando atención a que la perfección comporta siempre el arte con ella».
Así, el hombre hecho es más natural que el niño, el hombre sabio más que el ignorante, el hombre virtuoso más que el hombre vicioso, el hombre civilizado más que el hombre salvaje [ll].
[11] Louis de Bonald. Du divorce consideré au XIX cicle relativement á l ’état domestique et á l’état public de société. En Adrien Leclere. París 1805. pp. 111-112. Citado a menudo por Robert Spaemann. el Essai analytique sur les lois naturelles del’ordre social (1800) contiene ya este desarrollo, con algunas variantes. Precisa sobre todo que. mucho antes de Leibnitz. la distinción entre nativo y natural remite a Aristóteles. Se puede pensar en este pasaje de Metafísica donde el filósofo contrapone una anterioridad según la generación con una anterioridad según la forma: «Las cosas que son posteriores por la generación son anteriores pol­la forma y la substancia, por ejemplo: el hombre es anterior al niño, y un ser humano, a la semilla, pues uno tiene ya su forma, y el otro no: y. porque todo lo que deviene tiende hacia su principio y su fin. la causa final es principio, y el devenir, con vistas al fin».