p. 125 Por tanto, la ley se ordena a que lo mandado por ella se convierta en costumbre, a que los ciudadanos se hagan a este modo de obrar, se aficionen a esta clase de acciones, y éstas acaben constituyendo su forma habitual y característica de comportarse. Por esto, la ley no debe ser cambiada con frecuencia, pues, de lo contrario, nunca llegará a hacerse costumbre. Sólo será prudente modific...