"porque somos espíritus creados, en el mismo acto de la creación se nos impuso nuestra realización sin contar con nosotros mismos, de ahí que busquemos esta realización "por razón de creación", por "naturaleza", y no por virtud de nuestra propia decisión. De todas formas, es problemático hablar por lo menos aquí de "determinación". Si este término significa que nuestra voluntad está fijada en una dirección determinada, entonces es correcto; pero si "determinación" significa ser fijado desde fuera por alguien, entonces el término es equivocado o, por lo menos, puede oca­sionar confusión. ¿Por qué? Porque sólo al concepto de volitio naturalis pertenece el ser un impulso originado en lo más pro­fundo del ser deseado; el deseo de belleza es nuestro propio acto de volición".

voluntas "libere" appetit felicitatem, licet necessario appetat illam (Pot. 10, 2 ad 5); deseamos libremente la felicidad aunque la deseemos nece­sariamente.
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Por otra parte, este acto "natural" volitivo vuelve a su origen último, que no es humano sino sobrehumano, en cuanto que no deja al hombre desear nada más
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"Cualquiera que niegue consistentemente, como J. P. Sartre, el ser creatural del hombre, queda, al llegar a un cierto punto, completamente desorientado. Entonces, en palabras suyas, el hombre no puede "encontrar nada de lo que depender, ni dentro ni fuera de sí". Esta sería exactamente la famosa clase de libertad a la que el hombre no ha sido llamado sino condenado, y que es casi idéntica a la desesperación. Así, Sartre dirá: "El signifi­cado de desesperación es sumamente simple. Quiere decir que nos limitamos a depender de lo que está dentro de nuestra voluntad".
Pero lo anterior es exactamente el negativo de la verdad, que sólo necesita ser traducida a su antetipo para aclarar que la verdadera vida humana en la libertad, protegida contra la desorientación, es posible sólo si el hombre acepta, y reconoce con todas sus consecuencias, el hecho de que su propia naturaleza es algo que le ha sido dado con anterioridad y que él es una criatura"