RESUMEN:
La «diferenciación mosaica»: la teoría de Assmann sobre las consecuencias de la religión Judeo cristiana en contraste con los politeísmos: la diferenciación mosaica, que es la sustancia del Éxodo, constituye la fuente del mal, distorsiona la religión y ha traído al mundo la intolerancia. Aparece también ineludiblemente «la conciencia del pecado y el anhelo de redención»



TEXTUAL:
p.184-185

(...) En este sentido, el autor [Assmann, Egiptólogo, que compara la religión histórica de Moisés con el politeísmo Egipcio, y en general con cualquier politeísmo] habla de la «diferenciación mosaica», que él considera como la verdadera línea divisoria en la historia de las religiones. Estas son sus palabras: «Con lo de la diferenciación mosaica me refiero a la introducción de la diferenciación entre lo verdadero y lo falso en el ámbito de las religiones. La religión se había basado hasta entonces en la diferenciación entre lo puro y lo impuro o entre lo sagrado y lo profano, y no tenía lugar alguno para la idea de dioses falsos... a los que no se debe adorar.. .» (2). Los dioses de las religiones politeístas estarían relacionados entre sí con una equivalencia funcional y, por consiguiente, serían traducibles unos a otros. Las religiones habrían realizado la función de ser el medio para la traducibilidad intercultural. «Las divinidades eran internacionales, porque eran cósmicas... Nadie negaba la realidad de los dioses ajenos ni la legitimidad de las formas ajenas de su adoración. Para los politeísmos antiguos la idea de una religión no-verdadera resultaba completamente extraña» (3). Según esto, con la introducción de la fe en un solo Dios sucede algo nuevo, algo desconcertante: ese nuevo tipo de religión sería, por su esencia misma, una «anti-religión», que descartaba como «paganismo» todo lo que le había precedido. No era ya un medio para una traducción intercultural, sino una alienación intercultural. Entonces se formó por vez primera el concepto de «idolatría» como el supremo de todos los pecados: «En la idea del becerro de oro, del "pecado original" bíblico del iconoclasmo monoteísta... se fijó nítidamente el potencial de odio y de violencia que viene actualizándose sin cesar en la historia de las religiones monoteístas» (4). Así, el relato del Éxodo aparece con ese potencial de violencia como el mito fundacional de la religión monoteísta y aparece como el retrato permanente de sus efectos.

La consecuencia es clara: el Éxodo debe invalidarse; hemos de regresar a «Egipto», es decir, hay que suprimir la diferenciación entre lo verdadero y lo no-verdadero en el ámbito de la religión; hemos de regresar nuevamente al mundo de los dioses, que expresan el cosmos en su riqueza y en su diversidad y que, por eso, no conocen ninguna exclusividad mutua, sino que hacen posible el entendimiento recíproco. (...) No cabe duda de que Assmann se integra a sí mimos, a su manera, en ese movimiento de retorno a la época anterior al Éxodo, y lo hace precisamente porque considera que la diferenciación mosaica, que es la sustancia del Éxodo, constituye la fuente del mal, distorsiona la religión y ha traído al mundo la intolerancia. Si le entiendo correctamente, la fórmula de Spinoza «Deus sive natura» es para él, a la vez, la fórmula que sintetiza lo que se piensa con ese retomo, con su «Egipto»: la diferenciación entre lo verdadero y lo falso puede eliminarse de la religión, si se elimina la diferenciación entre Dios y el cosmos, si lo divino y el «mundo» vuelven a contemplarse indiferenciadamente como una sola cosa. La diferenciación entre lo verdadero y lo falso en la religión se halla indisolublemente vinculada a la diferenciación entre Dios y el mundo. El retomo a Egipto es el retomo a los dioses, porque rechaza la existencia de un Dios contrapuesto al mundo, y considera a los dioses únicamente como formas de expresión simbólica de la naturaleza divina.

Pero al final de la obra de Assmann aparece además una tercera dimensión de la diferenciación mosaica, que afecta ahora por decirlo así a la faceta existencial de la religión, y que se expresa plenamente desde el alma del hombre moderno: con la diferenciación mosaica enseña Assmann aparece también ineludiblemente «la conciencia del pecado y el anhelo de redención». Assmann dice también a este propósito: «El pecado y la redención no son temas egipcios» (6). Sería más bien característico de Egipto el «optimismo moral, que "come su pan con alegría" con la conciencia de que "Dios ha bendecido desde hace mucho tiempo sus obras" -uno de los versículos egipcios de la Biblia-» (Ecl 9, 7-10). «Da la impresión -escribe Assmann- de que con la diferenciación mosaica entró el pecado en el mundo. Tal vez sea éste el motivo más importante para cuestionar la diferenciación mosaica» (8). Ciertamente, una cosa se ve con total acierto en estas enseñanzas: la cuestión acerca de lo verdadero y la cuestión acerca de lo bueno no pueden separarse ya la una de la otra. Si lo verdadero no es ya conocible y no puede diferenciarse de lo no verdadero, entonces no puede conocerse tampoco el bien: la diferenciación entre el bien y el mal pierde su razón de ser.



Todas las citas proceden de: J.Assmann, Moses der Agypter. Entzifferung einer Gedächtnisspur, München-Wie 1998.



FUENTE:
RATZINGER, Joseph: Fe, Verdad y Tolerancia (Libro) , , Ed.Ed. Sígueme, 2005 Salamanca II. LA CUESTIÓN DE LA VERDAD Y DE LAS RELIGIONES. 3 La verdad - la tolerancia - la libertad


FUENTE AMPLIADA:
RATZINGER, Joseph: Fe, Verdad y Tolerancia Ed. Ed. Sígueme, Salamanca, 1985 (1983)


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