RESUMEN:
Los padres de la Iglesia vieron en la parábola del hijo pródigo la imagen del hombre que vuelve a la fe, vuelve a casa, recupera el «primer» vestido; revestido, nuevamente, de la misericordia y del amor de Dios, que son su verdadera belleza.


TEXTUAL:
Pág. 243: El Apóstol [Pablo] no quiere perder el cuerpo, no quiere quedar privado del cuerpo. No quiere esa huida del alma de la «cárcel de la vida», como sostiene la tradición pitagórica retomada por Platón. No desea la huida, sino la transformación. Espera en la resurrección.



La teología de la vestidura se convierte así en una teología del cuerpo. El cuerpo es algo más que el revestimiento exterior de la persona humana; forma parte del ser mismo del hombre, de su patrimonio esencial. Y, con todo, este cuerpo se desmorona, sólo es una tienda. Es provisional. Pero, al mismo tiempo, anticipación del cuerpo definitivo, la forma definitiva de la existencia humana.



Pág. 245: De este modo, los Padres vislumbraban en la historia del hijo pródigo y su vuelta a casa, la historia de la caída de Adán, la caída del hombre (cf. Gn 2,7), y entendieron la parábola de Jesús, al mismo tiempo, como el anuncio de la vuelta a casa y la reconciliación del hombre: el que vuelve a la fe, vuelve a casa, recupera el «primer» vestido; revestido, nuevamente, de la misericordia y del amor de Dios, que son su verdadera belleza.



FUENTE:
RATZINGER, Joseph: El espíritu de la liturgia (Libro) , , Ed.Cristiandad, 2001 Madrid 243, 245


FUENTE AMPLIADA:
RATZINGER, Joseph: El espíritu de la liturgia Ed. Cristiandad, Madrid, 2001


CLAVES: Intimidad > Vestido e intimidad