"La filosofía política es filosofía, es decir, teoría, y de la teoría nunca puede proceder la respuesta acabada a un problema práctico, la decisión. La filosofía política no puede suplantar a la prudencia política; sólo puede –esa es su misión– favorecerla y potenciarla. Por esto, no tendría sentido que cultivásemos la primera con la intención de eximirnos del esfuerzo por adquirir la segunda. En el fondo, el saber político completo y actual, la competencia en el juicio político y en la acción política,
sólo reside en la prudencia política." p. 12