RESUMEN:
Qué es la interioridad moral, en contraste con la interioridad espacial y la interioridad sensible.


TEXTUAL:
p.114, §.4 ? p.115, §.4

(...) Existe, en primer lugar, la interioridad espacial: designa el lugar ocupado por los órganos en el interior del cuerpo. No forma un espacio diferente, pues el cuerpo humano puede ser medido igual que cualquier otro objeto; asimismo se le puede abrir para examinar su contenido. La verdadera interioridad no surge más que con la vida. Ya a nivel biológico, los pulmones o el estómago, por ejemplo, constituyen una interioridad activa donde el aire y los alimentos son captados y transformados para entrar en la sustancia del cuerpo, gracias a un continuo intercambio entre el exterior y el interior que tiene como fin proporcionar al hombre las fuerzas necesarias para actuar en el mundo.

La interioridad sensible está constituida por una cierta conciencia que recibe mediante los sentidos las impresiones causadas por el mundo exterior y las transforma en reacciones y en movimientos que corresponden a las necesidades y apetitos.

La interioridad moral es todavía más profunda. Propiamente pertenece a la persona y consiste en la capacidad radical de acoger en sí y experimentar vitalmente toda verdad y todo bien hasta quedar fecundado por ellos, y en el poder subsiguiente de engendrar, mediante una voluntad libre, acciones y obras que transformarán tanto al propio hombre como al mundo que depende de él. De esta manera, la formación del acto libre es comparable a la generación humana; pero la interioridad, o la matriz en la que se forma, escapa a la investigación científica en la medida misma en que se trata del libre poder de darse forma y existencia en la acción, o sea, a causa de su naturaleza espiritual.

Por último, se puede discernir en la experiencia cristiana un reforzamiento de la interioridad moral. Cuando por la fe y la caridad la intimidad del hombre se abre a la acción del Espíritu Santo, entonces la interioridad del creyente entra en comunicación con la interioridad divina y adquiere una profundidad nueva e insondable. Esto es lo «secreto» donde sólo el Padre nos ve y nos llama, este es el hombre «interior» del que habla san Pablo, que es capaz de producir obras de acuerdo con Dios y de alcanzar los frutos del Espíritu Santo.

[Subrayado de Diego POOLE] [Subrayado de Diego POOLE] [Subrayado de Diego POOLE]


FUENTE:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana, Ed.Eunsa, 2000 Pamplona INTRODUCCIÓN, Cap. III, El carácter humano de la teología moral, 1. Distinción entre la moral y las ciencias humanas


FUENTE AMPLIADA:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana Ed. Eunsa, Pamplona, 2000 (1985)


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