RESUMEN:
La virtud y la rectitud de la voluntad humana consisten principalmente en su conformidad con la voluntad divina y en obedecer sus mandamientos, aunque sean contrarios al modo ordinario de practicar la virtud. Por lo tanto, `obedecer a la naturaleza` es obedecer a Dios que manifiesta su voluntad a través de la naturaleza. Por eso cuando excepcionalmente dispone algo contrario a la naturaleza es obligatorio por el mismo motivo que es obligatoria la naturaleza: porque es manifestación de su voluntad.

TEXTUAL:
¿Se debe obedecer a Dios en todo?

En cambio está lo que se dice en Ex 24,7: Haremos todo lo que el Señor ha ordenado, y seremos obedientes.

Solución. Hay que decir: Conforme a lo explicado (a.1), el que obedece es movido por la autoridad de aquel a quien obedece, como las cosas naturales lo son por sus motores. Pero, así como Dios es el primer motor de todas las cosas que se mueven naturalmente, también lo es de todas las voluntades, como consta por lo dicho (1-2 q.9 a.6). Y, por tanto, lo mismo que todas las cosas naturales están sometidas por necesidad natural a la moción divina, así también, por cierta necesidad de justicia, todas las voluntades tienen que obedecer a la autoridad divina.


ob2. Más aún: nadie está obligado a obrar contra una virtud. Pero hay ciertos preceptos de Dios contrarios a algunas virtudes, como los que dio a Abraham de matar a su hijo inocente (Gén 22,2); a los judíos, de robar los bienes de los egipcios (Ex 11,2), lo que va en contra de la justicia; y a Oseas, de que tomase una mujer adúltera (Os 1,2), lo que va contra la castidad. Luego no se debe obedecer a Dios en todo.

Ad 2. A la segunda hay que decir: Que así como Dios no hace nada contra la naturaleza, porque, como dice la Glosa 15 (Rom 11,24), la naturaleza de cada cosa es lo que Dios obra en ella, y, sin embargo, sí que hace algo contra el curso ordinario de la naturaleza; del mismo modo tampoco puede mandar Dios nada contra la virtud, porque la virtud y la rectitud de la voluntad humana consisten principalmente en su conformidad con la voluntad divina y en obedecer sus mandamientos, aunque sean contrarios al modo ordinario de practicar la virtud. Según esto, el precepto dado a Abraham de matar a su hijo inocente no fue contra la justicia: porque Dios es autor de la muerte y de la vida. Tampoco fue contra la justicia el mandar a los judíos que se apoderasen de los bienes de los egipcios: porque suyas son todas las cosas, y se las da a quien le place. Y asimismo no fue contra la castidad el precepto dado a Oseas de casarse con una adúltera: porque Dios mismo es el ordenador de la generación humana, y el debido modo de usar de las mujeres es el que El establece. Por tanto, es evidente que éstos de quienes hablamos no pecaron ni obedeciendo ni queriendo obedecer a Dios


FUENTE:
DE AQUINO, Tomas: Suma de Teologia II-II (b) (Libro) , , Ed.BAC, 2001 Madrid q.104, a.4

FUENTE AMPLIADA:
DE AQUINO, Tomas: Suma de Teologia II-II (b) Ed. BAC, Madrid, 2001 (1224)

CLAVES: Natural (sentido) > Naturaleza y voluntad de Dios