RESUMEN:
El querer de Dios será la ley suprema y única. Y puesto que a Dios no le vincula nada, si mandara que los hombres le odiaran, lo bueno moralmente sería odiarle. La obediencia es pues la razón última de la moralidad.


TEXTUAL:
La LIBERTAD DE DIOS RESPECTO DE LA LEY MORAL

p.405, §.3

Así es la ley moral vista desde el lado humano. Aparece, ante todo, como un absoluto erigido por la omnipotencia divina frente a la libertad humana. Sin embargo, si se la mira desde el lado de Dios, la ley moral cambia completamente de aspecto y se hace extremadamente relativa. En efecto, siendo dependiente de la voluntad de Dios, la ley moral no puede, de ningún modo, limitar su libertad. Dios está por encima de la ley y del orden de la moralidad que suscita en el hombre. La moralidad vale para el hombre y no para Dios. Dios puede, a voluntad, modificar la ley moral y ordenar incluso lo contrario de lo que se encuentra prescrito en sus preceptos. Sobre este punto, Ockham es muy claro en sus ejemplos y no duda en llevar hasta el fin sus conclusiones. Según él, Dios podría ordenar incluso lo contrario del primer mandamiento: que un hombre le odiase. En este caso, semejante odio sería bueno, ya que es un acto de obediencia a la voluntad de Dios.

Aquí se ve claramente que la obediencia a la ley, supera al mismo amor, en opinión de Ockham. Por consiguiente, la obediencia legal substituirá a la caridad y llegará a ser la verdadera «forma de todas las virtudes», según la expresión tradicional; y, como la ley, la obediencia se hará «voluntarista».



FUENTE:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana, Ed.Eunsa, 2000 Pamplona CAPÍTULO XIII LATEOLOGÍA MORAL EN EL PERÍODO ACTUAL


FUENTE AMPLIADA:
PINCKAERS, Servais: Las fuentes de la moral cristiana Ed. Eunsa, Pamplona, 2000 (1985)


CLAVES: Nominalismo > La ley moral como expresión de la voluntad de Dios